Capítulo 32

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"20 de Diciembre de 1991

Bonnie estaba preocupada. Había pasado toda la mañana sin recibir noticias de su marido. Le había prometido que le avisaría con lo que le dijera el médico.

Ella no sabía que habían entrado más tarde a la consulta ni que el médico le había hecho pruebas nuevas a la niña. Tampoco que esa tarde debían volver a la clínica a por los resultados.

Pasaba de la una cuando Charles llamó a su esposa.

—Bueno, ¿qué os ha dicho ha dicho el médico? – Dijo Bonnie contestando a su marido.

Para Charles era evidente que estaba enfadada. Y lo entendía. Esperaba su llamada mucho antes.

—Nada todavía. Hemos terminado ahora mismo de hacerle unas pruebas. Esta tarde nos dan los resultados.

—Me estaba preocupando, Charles. Cuéntame qué ha dicho el doctor.

—Nada. Todavía no ha dicho nada. Tenemos que esperar. Nos ha vuelto a citar a cosa de las cinco.

Bonnie se relajó. Aunque el médico no le hubiera dicho nada, al menos no tenían malas noticias. Al menos, hasta aquella tarde.

—¿Me puedes pasar con la niña? – Preguntó Bonnie. – Quiero que escuche mi voz.

Charles le puso el teléfono a la niña para que hablara con su madre.

—Mami. – Dijo Mary.

Hacía mucho que Bonnie no la escuchaba decir nada. Se había emocionado al escucharla de nuevo.

La llamada no duró mucho tiempo. Bonnie tenía que regresar a la reunión.

Cuando regresó a casa, Lo primero que hizo la profesora fue llamar a su marido. Hablaron justo con más profundidad sobre lo que le había sucedido en la consulta del doctor Martínez.

Aquella tarde, la profesora no tenía nada que hacer. Las notas se mandaban a casa por correo.

Estuvo esperando la llamada de su marido durante toda la tarde. Estaba ansiosa por saber qué les había dicho el especialista.

Charles había llegado a la clínica unos minutos antes de las cinco. Tanto él como su cuñado se sentaron en la sala de espera a que el doctor Martínez les llamara.

_Charles y Mary Brown. Pasen a consulta – les pidió una enfermera –. Siéntense. Enseguida viene el doctor Martínez.

Esperaron pacientemente durante unos minutos.

Diego pasó a la consulta leyendo los resultados de las pruebas que le había hecho esa misma mañana.

_Buenas tardes. – Les saludó el médico sentándose en la butaca del escritorio. – Ya tenemos los resultados de las pruebas.

Charles y Matt se miraron.

—¿Qué le sucede a la niña? – Le preguntó el tío de la pequeña.

—Nada. Médicamente no le sucede nada. Los resultados de las pruebas están dentro de los baremos considerados como normales.

Charles se removió en la silla. No entendía, entonces, por qué Mary lloraba tanto tiempo sin dormir toda la noche de un tirón.

—¿No hay nada que podamos hacer para averiguar qué le sucede a la niña? – le preguntó Charles –. No creo que le venga bien seguir en este estado.

El doctor se quedó pensando. No sabía qué más hacer que no le hubiera dicho Javier antes.

—¿La niña ha sufrido un cambio repentino últimamente?

—Bueno, sí – respondió el padre –. Hace unos meses nos mudamos a un pueblo. Antes vivíamos aquí, en Madrid.

—Puede que sea por eso. Ese tipo de cambio tan brusco le puede haber afectado. Puede que haya sido un grupo algo brusco para ella.

—¿No hay forma de averiguarlo? – Preguntó Matthew.

—Sin que hable, no– contestó el doctor –. Tendréis que tener algo de paciencia. Otra solución no le veo.

Charles estuvo dándole vueltas en si contarle o no al doctor que la noche pasada la niña había dormido plácidamente o si era mejor callárselo.

Al final se decidió a decírselo.

— Habrá notado que ha regresado a casa. Para ella eso es lo que es esta ciudad.

—Pero su madre está en el pueblo.

—Es el ambiente. Probablemente sea eso.

Diego Martínez tampoco sabía lo que le sucedía a la niña. En la cabeza de Charles retumbaba la idea de que lo que le sucediera a la niña fuese algo psicológico. Si fuera así, no tendría forma de averiguarlo. No hablaba. ¿Cómo averiguar lo que le sucedía?

Estuvieron entrando y saliendo de la consulta durante dos horas. Salieron de la clínica marcando el reloj algo más de las siete de la tarde.

Una vez llegaron a casa, Charles llamó de nuevo a su esposa.

—Bonnie, ¿qué tal tu día? – le preguntó cortés.

—Aburrido. ¿Qué tal la niña? – Le preguntó sin rodeos, con ansias de saber qué le había dicho el doctor.

—Diego Martínez ha dicho que no le sucede nada. Al menos, físico.

—¿Entonces?

—Puede ser algo psicológico. Dice que hay muchas posibilidades que sea debido al cambio de lugar de residencia. Será por empezar a vivir en el pueblo estando acostumbrada a vivir en la ciudad.

—Pero esto no comenzó hasta no haber estado viviendo aquí una temporada.

—A saber. Lo importante es que no tiene nada de lo que preocuparse.

—Bueno, Charles. Lo preocupante es que no podemos saber qué le pasa hasta que no crezca y comience a hablar.

—Lo sé, lo sé.

Charles y Mary volverían al pueblo al día siguiente. Esa noche la pasaría recogiendo de nuevo sus cosas y las de la niña.

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