Capítulo 17

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"17 de Noviembre de 1991"

Sergio llegó a casa pasadas las ocho de la tarde, un poco después del toque de queda impuesto por su madre.

—¡Sergio! ¡Qué son estas horas de llegar! –le gritó Nicky a su hijo tras escuchar la puerta de la calle.

—No me grites, mamá – dijo él con voz suave, de pena –. Lo siento mucho – se abrazó a ella.

—Mira cómo vienes. Estás empapado.

Sergio entró en el salón. Su madre se acercó a él.

—Lo sé. Lo siento.

El niño comenzó a llorar. Se abrazó de nuevo a su madre sin decirle nada de lo que había estado haciendo aquella tarde. No quería que se enfadara con ella, menos en ese momento.

—Ve a cambiarte – le dijo Nicky –. Te vas a quedar frío. Ya hablaremos en la cena sobre tu retraso por empaparte.

Sergio abrazó con más fuerza a su madre. Acto seguido, fue a su cuarto a cambiarse.

Cogió su ropa y fue al baño. Se secó a conciencia y se puso la ropa limpia.

Bonnie y Charles seguían en la casa. habían escuchado lo que Nicky le había dicho a su hijo.

—Solo tiene seis años, Nicky – dijo Bonnie. – No tienes que ser tan dura con él. Tomate las cosas con calma.

—No lo seré – sonrió –. Pero tengo que castigarle. No está bien que llegue tarde o que no tenga cuidado con su salud.

Al poco tiempo después de llegar Sergio a su casa, dejó de llover. Fue ese el momento en el que Bonnie y Chales aprovecharon para regresar a casa con la niña. Si hubieran salido cuando llovía, la niña hubiera podido enfermar.

Cuando Sergio se percató de que las visitas de su madre se habían ido, salió de su habitación. Quería hablar con ella y decirle qué había estado haciendo esa tarde.

Se esperaba una buena bronca por su parte.

Nicky se puso a hacer la cena.

El niño, tras esperar unos minutos a su madre en el salón, fue a la cocina a hablar con ella.

Iba temblando. Sabía que se lo tenía que contar, o al menos, intentarlo, pero temía la reacción que pudiera tener.

—Mamá, ¿Puedo hablar contigo? Quiero contarte una cosa y sé que te vas a enfadar mucho conmigo. Hice algo que no te va a gustar nada.

—Vuelve al salón, cariño. Cuida de Michelle mientras que yo estoy aquí. En nada voy con la cena y hablamos.

Antes de sentarte a la mesa, dio de cenar a Michelle y le acostó.

Unos minutos después Nicky se sentó a cenar en el salón. Se sentó frente a su hijo. Esperaba a que estele contara qué era aquello tan malo que había hecho y que tanto le iba a enfadar.

Sergio tomó aire.

—Mis amigos y yo hemos estado en la Casa de los Williams. – le contó sollozando –. Sé que ha estado mal, mamá. Mis amigos querían ir sin que nadie lo supiera. Por favor, no le digas a nadie que lo hemos hecho, por favor– se echó a llorar.

Miró a su madre, a la que la cara le cambiaba por momentos.

—Me pides que te deje ir solo al colegio, que te permita salir con tus amigos sin mi supervisión. Te puse solo una condición. ¡Cuál es!

Hasta ese momento nunca le había levantado la voz a su hijo. En sus casi seis años de vida, el niño nunca había hecho nada por el estilo, nunca le había enfadado tanto.

No era un niño especialmente travieso. Más bien era obediente.

—Lo siento mamá, debí hacerte caso.

_¿Cuántas veces te tengo que decir que esa casa es muy peligrosa? Y, encima, habéis ido solo niños. ¿Qué hubiera sucedido si os hubiera pasado algo? ¿Qué hubierais hecho? Nadie pasa por allí con buen tiempo, aún menos con lluvia. Si os hubierais caído ¿qué hubiera sucedido?

El niño lloraba cada vez con más intensidad.

Nicky, sin saber cómo, consiguió relajarse. Al fin y al cabo, el niño estaba bien, no le había pasado nada.

—Ni que decir tiene que no vas a volver a salir solo durante una buena temporada y te vas a ir ahora mismo a la cama. Castigado sin cena.

De lo que habían visto en la casa, prefirió no decirle nada, al menos, por el momento. Seguro que se asustaría y él no quería eso.

El niño se fue a la cama sin rechistar. Tardaría bastante en calmarse.

Esperaba que su madre no contara a los padres de sus amigos lo que habían hecho. No quería que tuvieran problemas por su culpa. Suponía que ellos hablarían con sus progenitores.

Estuvo mirando al techo durante horas. No podía dormir. Seguía en él la imagen de aquella sombra.

Por su parte, Nicky tampoco era capaz de dormir. No se podía creer que el niño le hubiera desobedecido.

No se había atrevido a preguntar durante la cena, aunque quería saber si le había pasado algo de lo que debería preocuparse en la Casa de los Williams. Era consciente de los muchos peligros que había alrededor de aquel edificio. No solo eran los riesgos físicos los que la preocupaban. Por su experiencia y por la de todo el pueblo, sabía que había muchas cosas de las que cuidarse en lo referente a aquel caserón.

Estaba tentada a ir a la habitación de su hijo, pero creía que estaba dormido, por lo que pensó que sería mejor dejarlo para otro día.

Se levantó en varias ocasiones durante la noche. Que Sergio hiciera aquello le tenía intranquila.

Tenía la necesidad de ver a sus hijos dormir. Iba al cuarto de Michelle, al de Sergio y, de nuevo, al suyo. No pudo dormir en toda la noche.

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