Capítulo 30

125 24 2
                                    

 "19 de Diciembre de 1991"

Bonnie estaba más tranquila. Una de las cosas que le preocupaban era el viaje en sí. No sabía si Charles iba a poder conducir y tratar con la niña al mismo tiempo. Si le hubiera dado por llorar, probablemente no hubiera podido lidiar con ella. Debía estar concentrado en la conducción.

Por su lado, Nicky entraba en el pueblo nerviosa. Tenía que pasar por delante de la Casa de los Williams habiendo caído ya la noche y llevando a los niños con ella. Esto no le hacía ninguna gracia, nunca lo había hecho. Menos aún desde que ella y su hijo vieron aquella sombra.

Sergio estaba nervioso. No quería pasar por delante de ella. Había empezado a temer aquella casa.

—Mamá, pasa rápido por la casa. No quiero verla.

Según pasaba por delante de aquel edificio, Nicky levantaba el pie del acelerador. No sabía por qué lo hacía, cuando lo que realmente le pedía el cuerpo era ir más rápido, hacerle caso a su hijo, el cual se agobiaba con aquel sitio.

—Mamá, ¿por qué no vas más deprisa? Regresemos pronto a casa, por favor.

El coche se caló.

—¿Qué ha pasado? – preguntó el niño a su madre.

—No lo sé. Tenía bien metida la marcha.

Michelle, que se había quedado dormido durante el viaje, se despertó llorando.

—Sergio, cuida de tu hermano. Intenta hacer que se calle, que no llore. Yo tengo que ver qué le sucede al motor.

Sergio asintió. Obedeció a su madre e intentó hacer que se calmara. Le cogió en brazos y comenzó a hacerle carantoñas. No solo quería que se calmara. Sobre todo, quería evitar que mirara hacia la casa. No sabía qué podía ver en ella si es que algo aparecía en su interior.

No había forma de calmar al niño ni de arrancar el coche.

Comenzó a nevar.

_Mamá, hace frío. Quizás deberíamos dejar aquí el coche. Michelle puede enfermar con estas temperaturas.

—Aún estamos muy lejos de casa. El frío y la humedad puede ser peor.

En el interior de la casa se escucharon unos ruidos. Parecía haber gente dentro, con mucho ajetreo.

Esos sonidos no parecían ser por nada bueno. Mucha gente parecía estar intentando huir.

Aquello no tenía mucho sentido.

—Mamá ¿Qué sucede ahí dentro?

—No lo sé, cariño. No mires. Intenta no escuchar. Sabes que en esa casa... Bueno, tú no prestes atención a lo que sucede ahí dentro.

—Si mami. Pasan cosas muy raras. Quiero irme de aquí lo antes posible. ¿Sabes ya qué le sucede al coche?

El niño comenzó a llorar a raudales, cosa que puso aún más nervioso a su hermanito.

—No, cariño.

Desde la casa sonó algo que parecía ser un portazo. Después, el silencio más absoluto.

—¿Qué ha sido eso? – Preguntó el niño.

—No lo sé –contestó Nicky–. Deja de mirar. No hagas caso a lo que sucede ahí dentro. No mires.

El coche arrancó al fin. Salieron de allí sin mirar atrás.

Michelle seguía llorando con mucha energía mientras su hermano, muy nervioso aún, intentaba con insistencia hacer que se tranquilizara.

Al llegar a casa, llamó a Bonnie, que ya estaba en pijama. Se había preparado algo de fruta para cenar delante de la televisión.

—¿Charles? ¿Pasa algo? – Respondió la profesora pensando que le había sucedido algo a él o a la niña.

—Tranquila, Bonnie. Soy Nicky. ¿Puedes pasar la noche en mi casa? No quisiera quedarme esta noche sola.

—¿Ha sucedido algo?

—Sí y no. ¿Puedes venir a casa? No puedo explicar... No sé exactamente lo que ha sucedido.

—Sí, claro. Ahora me paso. Deja que me cambie y ahora voy.

Bonnie escribió un mensaje a su marido avisándole que iba a estar en casa de Nicky.

—¿Qué ha pasado? – Preguntó Bonnie pasando a la casa.

Nicky la hizo pasar.

Se sentaron en el salón y juntas intentaron calmar a Michelle, que seguía llorando con desesperación.

Las dos se sentaron en la mesa.

Nicky intentaba consolar al niño.

—¿Qué le pasa? – Preguntó Bonnie haciendo carantoñas al crío.

La profesora le pidió a su amiga que se sentara a su lado. Comenzó a contarle lo que había sucedido. 

Casa EncantadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora