Capítulo 31

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"20 de Diciembre de 1991

Bonnie había pasado la noche en casa de Nicky. Se durmieron tarde. Ambas se despertaron con el sonido del teléfono móvil de la primera.

Era Charles, que llamaba a su mujer para darle los buenos días.

—Hola, preciosa. ¿Cómo has pasado la noche? – le preguntó a su esposa –. ¿Has descansado?

—Bien. Bueno, más o menos. La he pasado en casa de Nicky. Estaba muy nerviosa.

—¿Por qué?

Bonnie le contó toda la historia.

—¿No es muy temprano para ir al médico? – Le preguntó ella. – Son solo las siete y media de la mañana.

—No, todavía no. Nos hemos levantado temprano para preparar el desayuno y las cosas de la niña.

—¿Cómo ha pasado Mary la noche? ¿Ha dormido bien?

—Bien. Curiosamente, ha dormido del tirón. No se ha despertado ni una sola vez. En cuanto se ha cansado de jugar con tu hermano, se ha quedado dormida sin decir nada. No ha querido cuentas conmigo. – Reía a carcajadas.

Bonnie se emocionó. Tras noches incontables sin que la pequeña pudiera dormir bien, al fin había pasado tranquila.

—¿Me dejas hablar con Matt?

Charles pasó el teléfono a su cuñado. Aprovechó la petición de su mujer para terminar de hacer el desayuno.

—¿Qué pasa, hermanita? – Saludó Matthew

—¿Recuerdas lo que me prometiste? Si hay algo que Charles no quiera contarme, tú has de hacerlo.

—Si, Bonnie. Sabes que lo haré. ¿Quieres volver hablar con Charles de nuevo?

—No, no. Tranquilo. ¿La niña se ha despertado ya? Me gustaría que escuchara mi voz. Echo de menos a mi pequeña.

—No, aún no. Sigue dormida. No hemos querido despertarla hasta no tener el desayuno de los tres listos y, al menos, parte de las cosas que nos tenemos que llevar al médico.

—Vale, está bien. En cuanto se despierte, llamadme. Tendré el móvil encendido en el colegio.

Bonnie terminó la llamada. Se despidió de Nicky y regreso a casa a cambiarse y desayunar.

Nicky, por su lado, tenía que llevar a los niños a la casa de sus suegros. Sin Charles en el pueblo para que cuidara de sus hijos, no tenía a nadie con quien quedarles. Si fuera solo Sergio, podía llevárselo al colegio y tenerle más o menos vigilado. Incluso podía quedarle solo en casa. Con la edad que tenía podía quedarse más o menos solo sin que supusiera un gran problema. Con que no se acercara al fuego ni a cuchillos, cosa que normalmente no hacía era suficiente.

El problema a solucionar era Michelle. No podía dejarle a cargo de su hermano. Aún era demasiado pequeño para dejarle con tanta responsabilidad.

Lo que no iba a hacer era dejar a un niño con sus abuelos y al otro solo en casa. Así que dejaría los dos con los padres de su marido.

A la hora que habían quedado el día anterior, empezó la reunión de profesores. Alrededor de las tres de la tarde, terminaron de poner todas las notas.

Charles, Matthew y Mary pasaron toda la mañana en el médico. Aunque tenían cita a las once de la mañana, el médico iba con retraso.

Entraron a las once y media.

—Buenos días– dijeron Charles y Matt al entrar a la consulta.

—Siéntense, por favor – contestó el doctor Martínez.

El médico miró a la niña. Le hizo unas carantoñas a las que ella respondió riendo y jugando.

—¿Cuál es la razón de la visita? – Preguntó Diego alejándose de la niña, sentándose en su sillón.

—La niña lleva bastante tiempo sin dormir como debería – contestó Charles– Se ha estado aislando de todos y ha dejado de hablar como antes. Tampoco es que hablara mucho, pero iba aprendiendo y no había forma de hacerla callar.

_Ha cambiado su personalidad. – Replicó Diego. – Eso se puede deber a la falta de sueño. Hay que ver, principalmente el motivo de su falta de sueño. Dadme todos los detalles que podáis sobre lo que le sucede a la niña.

Charles le contó todo lo que le pasaba a la niña. Matthew no podía aportar nada. Llevaba algunos meses sin tener mucho contacto con la pequeña. No más que unas llamadas a sus padres. Ocasionalmente le pasaban el teléfono a Mary, pero no había tenido contacto diario con ella.

Diego abrió los informes que Javier le había enviado desde el pueblo. Según pudo leer, no tenía nada físico de lo que sus padres debieran preocuparse.

_No parece nada grave. – Contestó el médico. – Vamos hacerle algunas pruebas más.

Buscó algunas pruebas que no dañaran a la pequeña.

—Durante este tiempo, ¿ha dormido bien alguna noche?

Charles asintió. Le contestó que había pasado unas cuantas noches buenas tras la primera consulta al médico del pueblo.

_Él nos dio unas pautas para lograr que durmiera mejor. Seguimos sus consejos y durmió bien durante algunas noches.

— ¿Después volvió a despertarse en mitad de las noches, siempre a la misma hora?

Charles asintió.

Durante casi toda la mañana, estuvieron haciéndole pruebas a la niña.

—Los resultados tenéis que volver esta tarde alrededor de las cinco – señaló Diego tras hacerle la última prueba–. Los resultados deberían estar listos para esa hora.

Al salir de la clínica, Charles llamó a su mujer, que debía estar preocupada.

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