Capítulo 76

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"13 de Abril de 1992"

Sergio al fin se encontró lo mejor ánimo y pudo ir al colegio. Aunque había tenido un fin de semana un bastante malo, se levantó de un salto de la cama y se preparó decidido a ir al colegio.

Su madre, al oírle organizar sus cosas, se acercó a la habitación. Quería saber qué estaba haciendo. No se esperaba que se encontrara lo suficientemente bien para ir a clase, para cruzarse con su amiguito.

—¿Qué haces levantado tan temprano? – Le preguntó su madre sorprendida a verle. – Te podías haber quedado un poco más en la cama.

—Voy a ir al colegio, mamá.

Nicky se sintió aliviada. El niño demostraba estar mejor.

Al salir de casa, se encontraron con Aiden. Como cada mañana, había ido a buscar a su amigo.

El niño se acercó contento a su amigo. Al llegar a su altura, hizo el amago de abrazarle, pero Sergio se apartó de él asustado.

—¡No te acerques a mí! – le gritó a su amigo con pánico–. ¡No me toques!

Aiden se alejó un par de pasos de él. Se quedó paralizado al escucharle gritar de aquella manera. No se esperaba en absoluto que le tratara de aquella manera. Sabía que su cumpleaños había sido todo lo contrario a lo que esperaba, pero aquello tenía una explicación y, él quería dársela.

—Sergio, quiero contarte algo. – Susurró. – Es importante para que entiendas...

—¡No te quiero ver!- Abrazó a su madre con fuerza. Estaba asustado. – ¡Déjame tranquilo de una maldita vez!

Nicky abrazó a su hijo. Quería hacerle saber que estaba ahí.

Madre e hijo pasaron de largo delante del niño. Bonnie, en cambio, se paró frente a él. Le cogió de la mano para acompañarle al colegio. Irían unos metros por detrás de su amiga y el otro niño.

Aiden estaba frío, helado. Parecía mentira que estuvieran a mediados del mes de abril. La profesora le miraba por el rabillo del ojo. Parecía empalidecer por momentos.

—¿Estás bien? – Le preguntó la profesora.

—Necesito ayuda, señorita, pero usted no me la puede dar. Tiene que ser Sergio. Él tiene que empezar todo. Es el testigo de lo que pasa dentro de mi casa.

Bonnie no entendió las palabras de su alumno.

—¿Qué quieres decir? – Le preguntó.

—Ya lo descubrirás. Todo a su tiempo.

No entendía nada, absolutamente nada. Estaba empezando a pensar que Nicky estaba haciendo bien en alejar a su hijo de ese otro niño, que había algo raro en él.

Miró al pequeño que llevaba de la mano. Le había visto en algún otro lugar, en otro ambiente totalmente diferenciado del colegio. Creía recordarle de otra manera, siendo él sin serlo.

_Señorita, ¿en qué piensa?

Bonnie no contestó. Estaba intentando saber dónde había visto a ese niño.

—Está pensando si nos hemos visto en algún otro lugar, ¿verdad? – Ella reaccionó con aquella pregunta, aunque no atinó a responderle. – Haga memoria. Seguro que me recordará. Usted, su marido y su hija también tienen un papel en todo este asunto. – Entraron en el colegio. – Piense por qué Mary y Michelle no quieren estar conmigo. O por qué Bobby me ladra con rabia cada vez que me acerco a él.

Cada vez entendía menos. Las palabras de ese niño no había quien las entendiera. ¿Qué tenía que ver los niños pequeños en estas cosas?

Empezó a comprender la preocupación de su amiga. Se había referido a su hija directamente. Por supuesto, quería protegerla, cuidarla sobre todas las cosas.

Desde ese momento, empezó a despegarse del niño. Seguía preocupándose por él, como alumno suyo que era, pero su implicación tan personal con ella empezó a menguar sustancialmente.

En cuanto pudo, le contó esta conversación a Nicky y el mal rato que se lo había hecho pasar durante el camino al colegio.

—¿Entiendes ahora lo que quería decirte?

—Si, quizás lo que más miedo de sea que no hable tan directamente como debería. Acaba de cumplir siete años y, en la mayoría de las ocasiones, habla tan misteriosamente como un adulto.

Nicky suspiró. Se quedó callada durante un momento. Al fin y al cabo, su hijo también tenía ciertas salidas que no eran propias de un niño de su edad. Lo que no veía con buenos ojos en la forma de hablar o de actuar de Aiden, era el misterio en el que se movía.

—Eso no es lo más relevante. Además, a mí lo que me preocupa es lo que ha sucedido en la Casa de los Williams.

Bonnie empezaba a entender lo que le decía su amiga. Aun así, le costaba pensar en aislar totalmente al niño. Su parte maternal le decía que necesitaba cuidado, amor y atención.

A la salida del colegio, Aiden intentó volver a acercarse a su amigo. Como por la mañana al ir a clase, el niño se alejó de él todo lo que pudo, buscando el apoyo y cuidado de su madre. Asimilando que no quería verle, se adelantó a ellos y volviendo triste y solo a casa. Al llegar a casa, se puso a hablar con su padre. Quería saber qué debía hacer, porque el nexo de unión con esas personas se estaba esfumando, al igual que la confianza que habían puesto en él.

—No hagas nada– contestó Peter a las preguntas de su hijo–. Deja que las cosas sigan su curso.

El niño le miró extrañado. Quería hacer algo para arreglar todo aquel follón que se había organizado.

—Hijo, te lo repito– le acarició la cabeza–. No hagas nada, absolutamente nada. Es normal que estén así.

Iban a ser unos días difíciles para todos.

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