"12 de septiembre de 1991"
Había pasado algo menos de un mes desde que Bonnie y su familia habían llegado a Oeste-Village.
Era el día de comenzar en su nuevo colegio.
Aún era demasiado pronto para comenzar a dar clase. Aunque era tarde para empezar a trabajar. En los colegios donde había trabajado solían empezar los claustros a principios de mes.
Antes del comienzo de cualquier curso, los profesores se reúnen para saber cómo se van a plantear las clases y quién va a dar las diferentes materias a los distintos cursos.
La primera impresión sobre sus compañeros no fue mala. Todos parecían ser muy agradables.
El colegio "Cervantes", realmente, era muy pequeño. Constaba de seis aulas, una para cada curso, una sala de profesores, el despacho del director, y unos baños (diferenciados para chicos y chicas) tanto para profesores como alumnos. En otro edificio, se encontraba el gimnasio, que solo tenía una cancha de futbol y un almacén para todos los instrumentos que se necesitaban para hacer ejercicio físico.
Estos dos edificios estaban rodeados por un pequeño patio con plantas por todos lados.
Bonnie entró en el recinto escolar nerviosa. Aquel día conocería a sus nuevos compañeros.
Se paró a la entrada del edificio principal. Suspiró antes de entrar.
Desde el hall, salían dos pasillos. El corredor que se situaba frente a la puerta. llevaba a las aulas. Al final de este, los baños para los alumnos. El de la derecha, conducía a la zona de profesores.
Se dirigió a la sala de profesores.
—Bienvenida, Bonnie –. La saludó Nicky sentada a la gran mesa que reinaba en la parte central de la estancia. Acercó una silla a ella –. Siéntate a mi lado.
La nueva profesora le hizo caso.
—Te confieso que estoy un poco nerviosa – dijo Bonnie –. Los cambios nunca se me han dado demasiado bien.
—No tienes por qué. Aquí todos somos muy simpáticos – bromeó –. Además, me conoces a mí.
—Lo sé – se quedó un momento en silencio –. No me habías dicho que eras profesora.
—Lo siento. Creí que te lo había comentado. Tengo muchas cosas en la cabeza y, de vez en cuando, tengo ciertos despistes.
—Tranquila. Me gustaría haber sabido que íbamos a ser compañeras. Quizás así no hubiera estado tan nerviosa –. Sonrió.
—Lo siento – le devolvió la sonrisa.
Las dos mujeres se hicieron inseparables desde aquel momento. Empezarían a compartir cosas que solo ellas entenderían.
—Supongo que hemos estado un poco ocupadas hablando de los niños. Cosas de madres, supongo.
Nicky le presentó a su nueva compañera al resto de profesores.
Estuvieron toda la mañana reunidos. Apenas se levantaron de aquella mesa. Únicamente salieron a media mañana para tomar un café.
Bonnie agradecía poder estirar las piernas. En los colegios donde había estado, esas reuniones habían sido mucho más rápidas.
Todo estaba yendo muy bien para ser el primer día en el que un claustro se reunía, aunque todo estaba siendo más lento de lo que Bonnie se imaginaba.
Quizás fuera porque venía de una gran ciudad, de colegios enormes. El centro más pequeño en el que había trabajado tenía cuatro grupos por curso, y secundaria, no solo primaria. El número de profesores era, como mínimo cuatro veces mayor que en aquel.
Regresaron a casa para comer.
Nicky y Bonnie regresaron juntas a casa. Vivían en la misma calle, por lo que podían entrar y salir juntas del trabajo e ir hablando de sus cosas siempre y cuando sus horarios coincidieran.
—¿Quién está a cargo de los niños estos días?
—He llevado a Michelle a una guardería en el pueblo de al lado y Sergio está solo. En unos días empieza el curso, por lo que no tendré mucho problema con él.
—¿Por qué no quedas a Michelle con Charles? Se tiene que quedar con Mary. No le importará quedarse con otro niño más.
—No sé si estaría bien daros tantos problemas...
—Se tiene que quedar con la niña. Es una de las pocas ventajas de tener un negocio propio, de poder trabajar desde casa. Además, tu niño es muy tranquilo. No creo que le dé problemas.
—Solo lo haré si a Charles le parece bien. No me sentiría cómoda si no fuera así. Al fin y al cabo, él va a estar a cargo del niño.
—Está bien.
Las dos entraron en casa de Bonnie. La visita no duró más de cinco minutos. A Charles no le costó aceptar quedarse a cargo de Michelle cuando su madre estuviera trabajando.
Por la tarde, volvieron a reunirse. Esta vez, no para organizar las clases. Lo que tenían pendiente lo dejarían para el día siguiente.
Tenían que organizar las actividades extraescolares.
A la nueva profesora se sorprendió al saber que el colegio tenía opciones ocupacionales para chicos de todas las edades. No importaba si eran alumnos o no para acudir a dichas labores.
Se sorprendía al ver que los habitantes de aquel pueblo estuvieran tan unidos. Estaba acostumbrada a otro tipo de ambiente, a algo más cerrado. Quizás fuera por ese motivo por el que le gustara tanto ese pueblo. Esa tranquilidad, esa forma de compartir y de hacer vida unos con otros, no se podía compartir con la vida que su marido y ella habían estado llevando hasta ese momento.
Para Bonnie era agradable tener casi todo lo que tenían que hacer en un día. Había pasado del estrés extremo a aquella tranquilidad.
Le recorría un sentimiento que le resultaba difícil de explicar.
Las pocas cosas que quedaban por decidir, se resolvieron al día siguiente. En dos días tenían cerrado los horarios, qué profesor sería el tutor de qué curso y quién impartiría qué materias a los diferentes cursos.
Bonnie sería la tutora de primero. Enseñaría ciencias sociales a este grupo y matemáticas a segundo.
Había terminado contenta con sus nuevas responsabilidades.
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Casa Encantada
Mystery / ThrillerBonnie es una profesora que acaba de aprobar las oposiciones. Por eso, junto a Charles, su marido y Mary, su hija, se mudan de Madrid a un pueblecito pequeño del norte de España. La familia cree que que van a poder tener una vida tranquila, aunque...