Capítulo 68

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"19 de Marzo de 1992"

Bonnie, durante su tiempo libre, redactó unas notas para los padres de sus alumnos. Quería convocar una reunión para resolver lo que había sucedido con Aiden.

A la hora de la salida se aseguró de que todos los niños lo hicieran a la vez. De esta manera sería más fácil encontrarse con sus familiares y convocarles al día siguiente en el colegio.

—¿Por qué tenemos que venir todos? – recriminó uno de los padres–. Mi hijo no ha hecho nada.

—Ese es el problema– contestó Bonnie– los que han hecho algo malo, por hacerlo y los que no hicieron nada, por no ayudar al niño. Esto es un problema que afecta a toda la clase. Les quiero a todos aquí.

—¿Los padres de Aiden no vienen? – preguntó una madre–. Ese niño...

—Tranquilícese, señora– respondió la profesora–. Ellos también han sido convocados.

Tras unos minutos de conversación, el grupo de padres se fue disolviendo.

Durante el camino de regreso a casa, Sergio llevaba un gesto de preocupación. Nicky se preocupó. Pensó que tenía problemas con algún compañero y ella o Bonnie no se habían dado cuenta.

—Hijo, ¿qué te pasa? – le preguntó entrando en casa–. ¿Has tenido algún problema en el colegio?

El niño negó. Su madre no tenía por qué preocuparse de lo que había sucedido. En realidad, no era algo malo, pero sabía que, si se lo contaba, no se lo iba a tomar bien. O, al menos, no del todo.

Nicky sirvió la comida a los dos niños.

—Sergio... Dímelo.

El niño fue a buscar su mochila. De ella sacó una tarjeta-invitación a un cumpleaños infantil. Se la dio a su madre, la cual la miró sin decirle nada.

—Esto está muy bien. Aiden te invita a su cumpleaños– se sentó a su lado–. ¿No te gusta?

Nicky no se había fijado en dónde era la fiesta.

—Mamá, mira al final del texto.

Era la dirección de la Casa de los Williams.

Nicky se sentó. Había empalidecido al leer esa dirección. No quería que su hijo se acercara a esa casa, pero tampoco que dejara de ir a la celebración de aquel niño. Los dos se llevaban muy bien.

Entendía por qué no quería hablarle del asunto. Tenía miedo de lo que le pudiera decir. Su hijo sabía bien que no le gustaba esa casa, pero la relación con el niño era otra cosa.

Le había prohibido acercarse a ese lugar. Llevaba, al menos medio curso sin poder salir con sus amigos o ir con ellos al colegio por haber ido a esa casa sin ella o sin decirle nada.

—¿Por esto no querías decirlo?

Sergio asintió.

—Mamá, no quiero que me prohíbas salir con Aiden. Y con esa dirección...

Nicky abrazó a su hijo. Comprendía sus miedos. Aunque seguía sin parecerle bien que se acercara a ese caserón, tampoco quería negárselo.

—Déjame ve lo que hago– Suspiró.

Sergio le dio un abrazo a su madre. Se lo agradecía. Aunque no le dijo nada, sentía miedo. Si le decía que no podía ir, era posible que su amigo le dejara de hablar y de irse con él. Aiden no le había dicho nada, pero siempre que un niño dejaba de ir al cumpleaños de otro, era esto lo que sucedía. Por otro lado, si acudía a la cita, tendría que entrar a la Casa de los Williams. Desde el exterior, había visto cosas extrañas y no sabía qué podía encontrarse en su interior.

A Nicky le asustaba dejarle ir, no lo podía ocultar. Ese lugar siempre había tenido fama de peligroso. Ella misma había podido comprobar que era cierto. Al menos, de la parte de las historias que decían que allí dentro había algo peligroso, había sido testigo. No quería que le sucediera nada a su hijo, pero mucho se temía que eso era lo que representaba ese caserón. Quería pedirle consejo a Bonnie. Aunque Mary todavía era muy pequeña y ella, como madre, aun no podía entender este tipo de preocupaciones, le había dado buenos consejos con respecto a Sergio. Durante el camino al colegio para impartir las clases particulares, las dos profesoras fueron hablando sobre este tema.

_Yo creo que deberías dejarle ir. – Señaló Bonnie.

_Pero esa casa...

Bonnie se planteó una buena forma de decirle que no tenía nada de qué temer.

—Cuando visteis aquellas cosas, la casa estaba deshabitada, ¿verdad? – Nicky asintió. – Ahora lo están. Ya no tienes por qué preocuparte. Si algo hubiera sucedido, ¿No crees que si hubiera algo ahí dentro la familia se hubiera dado cuenta? Todos nos hubiéramos enterado de lo extraño que hubiera sucedido.

—Esas cosas no son fáciles de contar.

—Si no perteneces a este pueblo, querrás decir– señaló Bonnie–. Esa casa está constantemente vigilada.

—Exagerada– sonrió–. Me lo pensaré. Creo que para Sergio es importante ir, pero me asusta dejarle solo allí.

Tras despedirse las dos amigas, Bonnie se quedó pensando en lo que le había dicho Nicky. No sabía que Aiden y su familia vivían en la Casa de los Williams. Ese era uno de los datos de los muchos que le faltaba de la familia. No se podía creer que no supiera algo tan básico después de tantos meses. Con tantos problemas que había tenido con el pequeño, se había olvidado de preguntarle al niño o a su padre. ¿Cómo se había podido olvidar de eso? Además, no entendía cómo no había llegado a sus oídos por otra vía.

Al quedarse a solas con Charles, le comentó lo que había estado hablando con Nicky. él tampoco había escuchado nada sobre dónde vivía la nueva familia que se había mudado al pueblo. Eso no ocurría todos los días. Cuando ellos lo hicieron, fueron el tema de conversación de toda la localidad durante meses. No entendía que nadie supiera dónde estaban viviendo.

Aquella falta de información les resultó extraño a los dos. Pero era una casa, una simple casa.

Charles llamó por teléfono a Miguel. Quería preguntarle si en el archivo había información sobre la compra de esa casa. Al fin y al cabo, esa casa era propiedad del ayuntamiento. Tenía que mirar si había algún tipo de contrato entre el gobierno de la localidad y aquella familia.

—Lo siento, amigo– le dijo el archivero–. No hay ningún documento que exponga la compra o el alquiler sobre esa propiedad.

Las cosas se quedaron así ese día. Les resultó extraño lo que había dicho Miguel, pero decidieron no pensar más en aquello.

Casa EncantadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora