Capítulo 22

130 22 3
                                    


"6 de Diciembre de 1991"

Charles seguía esperando la llamada de Javier. Le había dicho que podía tardar, aunque estaba impaciente por saber qué debía hacer con la niña.

Tanto él como su esposa estaban agotados.

Ese viernes Bonnie tuvo una sorpresa en el colegio. Tenía un alumno nuevo en clase.

La profesora fue avisada esa mañana a primera hora. Normalmente, cuando un estudiante llega a un colegio, se les avisa con varios días de antelación. De esta manera, el profesor tiene tiempo para trabajar este tema con la clase.

En esta ocasión no se había seguido el procedimiento habitual. El papeleo había llegado el día anterior a última hora de la tarde. Tan solo había tenido acceso a él el director. El resto de profesores ya se habían ido cuando quiso decirle esto a la profesora.

Aiden Williams acababa de llegar al pueblo. Era un chico de seis años. Era rubio y de ojos marrones. Aunque era de los mayores del curso, no era de los más altos. Su piel era pálida, casi grisácea.

_Buenos días chicos. – Saludó Bonnie entrando en clase. – Hoy os tengo una sorpresa.

Un gran revuelo se organizó en clase. Todos los niños pensaron que les llevarían de excursión.

_Chicos, chicos, tranquilizaros. – Les pidió Bonnie.

A media mañana llegó el nuevo alumno. Durante toda la mañana les había estado preparando para recibir al chico nuevo. Les explicó que era un chico nuevo que se acababa de mudar al pueblo y que esperaba que se llevaran todos bien, que le ayudaran a adaptarse a su nueva vida.

_Seño, ¿De dónde viene el niño nuevo? – Preguntó uno de los alumnos.

_No lo sé, cielo. – Contestó Bonnie. – Todavía no me han dado el expediente escolar completo.

_¿Qué le gusta hacer? –Le preguntó otro niño.

_Niños, no sé más que vosotros. Tened un poco más de paciencia. No tardará mucho en llegar.

Los niños no paraban de preguntar. No había forma de dar clase ni explicarles bien lo que quería sobre la llegada del chico nuevo. Estaban nerviosos por la llegada de aquel chico.

A media mañana llegó el niño. Había llegado solo. Sus padres no le acompañaban, tampoco ningún adulto.

Entró al colegio y se dirigió a dirección.

La puerta del despacho estaba abierta, por la que saludó al director sin haber llamado anteriormente.

­_Buenos días. – Saludó el pequeño. – Soy Aiden Williams, el nuevo alumno. Encantado de conocerle.

_Oh, sí. Pasa. Siéntate un momento. – Contestó el director. – ¿Dónde están tus padres? Tenían que traer unos papeles para completar tu matriculación.

_No han podido venir. Están ocupados con la mudanza. – El niño sacó en su mochila una carpeta marrón con unos documentos. – ¿Es esto lo que necesita? Es lo que me han dado para usted o para mi tutora.

El director revisó los papeles.

_Si, esto es lo que necesito.

Acto seguido, el director acompañó al niño a su aula. No era apropiado dejarle ir solo con unas tristes indicaciones. Aunque no era un colegio demasiado grande y no había peligro de que se perdiera, creyó que lo mejor era acompañarle. Era, al fin y al cabo, un alumno nuevo.

El director llamó a la puerta del aula.

_Perdona que interrumpa la clase. – Dijo. – Aquí te traigo a tu alumno nuevo, Bonnie.

Bonnie le hizo un gesto al niño para que pasara. Sonrió al director, el cual, tras devolverle dicha mueca, cerró la puerta del aula.

_Hola. – Saludó la profesora. – Soy Bonnie, tu profesora. Bienvenido al pueblo y al colegio. ¿Puedes presentarte a la clase?

El niño suspiró. No le apetecía. Presentarse ante una clase entera no le gustaba. Le daba vergüenza.

_Hola. Soy Aiden Williams. Espero que seamos buenos amigos.

Ese apellido retumbó en el aula. Hasta ese momento había un gran barullo entre los alumnos. Era el nombre familiar. Les asustaban.

Se habían criado escuchando ese apellido en relación con el caserón que había a las afueras del pueblo. Temían todo lo que tuviera que ver con ese lugar y, aunque Aiden no tuvieran nada que ver con esa casa, tenía algo que le relacionaba con ella.

Sergio no se podía creer que el niño tuviera algo que ver con esa casa. No le gustaba, para nada.

_¿Eres de la familia propietaria de las afueras del pueblo? – Preguntó Sergio sin tapujos.

_¿La que se ve desde la carretea?

_La misma.

Aiden no contestó nada. Era una pregunta extraña y más siendo el primer día.

_¿Por qué debería tener algo que ver con esa casa? – Terminó por contestar el niño. – Soy nuevo en el pueblo.

La respuesta de Aiden quedó atónita a la clase entera, incluida la profesora. Normalmente, un niño de seis años hubiera respondido con un simple "no". Él había elaborado una respuesta mucho más complicada.

Los alumnos se pasaron lo que quedaba de mañana preguntando cosas al nuevo niño.

A la hora de la salida del colegio, Aiden regresó solo a casa. Sus padres no habían ido a recogerle.

Los demás niños se alejaban de él. Corrían a hablar con alumnos de otros cursos para decirles que el nuevo compañero se apellida Williams.

Esa noticia no tardó mucho en recorrer el pueblo. 

Casa EncantadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora