Charles se había propuesto ponerse más en serio con su trabajo tras haber discutido con su esposa, y así lo había hecho durante algunos días.
Aquel sábado, aprovechando que su mujer había quedado con Nicky, regresó a hablar con Leonor. Llevaba en una carpeta las fotografías que Miguel le había facilitado. Quería averiguar lo que sabía de cada persona. Se llevaría, también, un cuaderno para anotar lo que le iba diciendo.
Había comprado en la multitienda unos dulces. No creyó conveniente ir a molestarla con las manos vacías.
Tocó a la puerta de esta paciencia dos veces antes de que ella le abriera.
—Buenos días, señora Leonor – la saludó–. Vengo a hablar con usted de nuevo. ¿Tendría tiempo para atenderme?
Ella asintió. Extendió la mano indicándole que podía pasar a la casa. Le pidió que pasara hasta el salón. Una vez acomodado, le sirvió una taza de café.
—Da gusto tener tanta visita – dijo Leonor sonriendo–. Normalmente paso los días sola entre estas cuatro paredes.
Charles la miró con cierto aire de compasión. La palabra "sola" le había llegado al alma.
—¿Sus hijos no vienen a verla?
—En verano quizás vengan. Ya sabes cómo son estas cosas. Los hijos crecéis rápido. Os vais a estudiar fuera del pueblo, hacéis una vida dondequiera que estéis y os olvidáis de vuestros mayores.
A Leonor casi se le escapa una lágrima. Se sentía sola, si, pero era lo que tocaba. Los niños se hacen mayores con rapidez.
Charles sintió compasión de la señora. Una mujer de su edad, que a la legua se notaba que había vivido muchas cosas, se encontraba sola, viviendo totalmente sola. Era normal que los hijos que los hijos, al crecer, hicieran sus vidas, pero de ahí a olvidarse de su madre casi por completo, había mucho trecho.
—¿Qué me has traído? – Dijo la anciana interrumpiendo el incómodo silencio que se había hecho entre los dos. – ¿Qué son estas carpetas?
Leonor cogió las carpetas que su visita había llegado. Al abrirla, vio las fotocopias de las fotos que le había dado Miguel.
—Son unas fotografías– contestó–. Quisiera saber si hay algo o alguien en ellas que reconozca.
Leonor les dio la vuelta a los folios. Se puso a verlas con calma, dedicándole casi un minuto a cada una.
—Las más antiguas no las reconozco, pero hay gente a la que sí he visto.
La casa salía tal cual la recordaba, como cuando trabajaba allí.
—¿Solo tienes estas fotos, ninguna más?
—Hay alguna más en casa – contestó –. Pero aún no las he mirado. Apenas he tenido tiempo últimamente para dedicarle a esta afición mía–. Sonrió.
A Leonor le traía muchos recuerdos. Parte de su niñez la pasó entre esas paredes. Sacó una foto de tantas páginas.
—A ella la recuerdo con especial cariño. – Afirmó dándole la hoja a su visita. – Era una mujer adorable, de muy buen corazón.
Charles posó sus ojos en el papel para ver el rostro de la mujer que aparecía en él. Le dio la vuelta para leer la fecha y el nombre.
"Samantha antes de una fiesta". Eso era lo que había copiado de la fotografía original.
—Samantha. – Repitió él.
—Era la señora de la casa. Siempre tenía una gran sonrisa en la cara, incluso en la época de la Guerra, cuando todo iba mal. Es la mujer más fuerte que he conocido nunca. Fue la fuente de inspiración de muchas mujeres de nuestra generación.
"El ejemplo de toda una generación". Se repitió para sí Charles. Le hubiera gustado conocer a una mujer que inspirara así a otras mujeres, que las hiciera sentirse fuertes y capaz de hacer lo que fuera.
—¿Es ella quien ayudaba a la gente a salir del país?
Leonor asintió. La expresión de su cara reflejaba tristeza y melancolía. Llevaba una vida sin verla. Charles la abrazó. No le gustaba ver a alguien tan mayor con ese gesto. Quería que se sintiera mejor.
—Piense que ha inspirado a muchas y muy buenas mujeres.
La anciana le abrazó. Hacía mucho que no podía sacar a pasear sus recuerdos ni poder revivir su pasado. En ocasiones sentía que sus buenos momentos se desvanecían sin remedio.
—Dime, ¿por qué me traes estas fotos?
—Quería más información sobre estas personas, algo más sobre el pueblo.
Leonor se quedó pensativa. ¿Qué era lo que realmente quería? Era normal, totalmente normal, que un vecino nuevo se interesara por la historia del lugar donde había comenzado a vivir, pero poca gente se ponía a investigar de aquella manera o se obsesionaba con un solo punto de la localidad. Le intrigaba sus razones, el porqué de su verdadera curiosidad.
—¿Por qué te empezaste a interesar por la Casa de los Williams? – Le preguntó la anciana.
—Por el pueblo, por cómo trata la gente este tema e, incluso, a Aiden, un alumno nuevo que tiene mi mujer.
Leonor dio un sorbo al café. Le creía. Al menos, en parte. Aunque desconfiaba de sus argumentos, de una explicación tan escueta. Le miró durante unos segundos. Tras poner su taza de nuevo en la mesa, volvió a mirar las fotos.
—Me sorprende que no haya fotografía alguna de Peter ni del niño.
—¿Peter? ¿El niño?
_Si, el marido y el hijo de Samantha. No veo por aquí ninguna imagen de ellos. Y eso que eran de hacerse bastantes instantáneas juntos.
Aquella mujer parecía conocer a la familia bastante bien. No tenía conocimientos superficiales como pudiera tener cualquier persona de servicio. Parecía conocerlos en profundidad.
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Casa Encantada
Misteri / ThrillerBonnie es una profesora que acaba de aprobar las oposiciones. Por eso, junto a Charles, su marido y Mary, su hija, se mudan de Madrid a un pueblecito pequeño del norte de España. La familia cree que que van a poder tener una vida tranquila, aunque...