Capítulo 74

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"6 de Abril de 1992"

Sergio no le había contado nada a su madre de lo que había contado nada a su madre durante el fin de semana. Cada vez que lo había intentado tal y como le había prometido, comenzaba a llorar. No podía evitarlo.

Nicky le había contado a Bonnie lo que había sucedido al ir a recogerle y que todavía no le había contado nada, que no era capaz de hacerlo. Esto le sorprendió, ya que el niño era muy hablador.

Aquella mañana de lunes le pidió a Charles que se quedara con el niño. El niño no se encontraba en condiciones de salir de casa, menos aún de ir al colegio. Sin hablar de ver a Aiden. Eso era impensable.

Como cada mañana, el amiguito de Sergio fue a buscarle.

Nicky le vio esperándoles al final de la calle. Se acercó al niño sola, dejando atrás a su compañera.

—Aiden, ¿qué pasó el viernes en tu cumpleaños? – le preguntó sin saludarle–. Salió de la casa muy asustado.

El niño se encogió de hombros. Sonrió. Ella supo en ese momento supo que había tenido algo que ver en lo que fuera que le hubiera sucedido aquella tarde.

—¿No va a venir hoy al colegio? – preguntó–. Quiero jugar con mi amigo, como siempre.

Nicky hizo lo mismo que el niño. No contestó.

Todo el grupo se dirigió al colegio. La conversación, otros días abundante, era nula. Los tres estaban tensos.

Al llegar al colegio, Aiden fue directamente al aula, quedando a las dos profesoras solas.

—¿Qué ha pasado entre el niño y tú? – Preguntó Bonnie. – ¿Te ha dicho qué pasó el viernes en el cumpleaños?

—Nada. No me ha querido decir nada. Se ha dedicado a sonreír.

Ambas profesoras estaban preocupadas por Sergio. Apenas había hablado, ya no solo sobre el cumpleaños. Apenas había articulado palabra desde ese día. Tampoco comía gran cosa. Lo que probaba, era por imposición de su madre. No dormía y, cuando lo conseguía, gritaba y lloraba.

Charles, consciente de esta situación, intentó hablar con el niño. Quizás, estando los dos juntos, sin las profesoras, se abriera. Aunque los dos habían tenido mucho contacto desde que la familia llegó al pueblo, no había sido tanta como con Bonnie. Quizás esta situación favoreciera a que se sintiera más relajado y consiguiera contar algo de lo que sucedió en el cumpleaños.

Dejó a Mary y a Michelle jugando solos sobre una toalla y se sentó con el niño junto a una taza de chocolate caliente y unas galletas.

No le preguntó nada. Se sentó a su lado sin articular palabra. Intentó no presionarle, que el niño comenzara una conversación por él mismo, la que fuera, aunque no tuviera nada que ver con lo sucedido en el cumpleaños.

—Quieres que te cuente lo que pasó el viernes, ¿verdad? – Preguntó Sergio pasados unos minutos.

Parecía estar centrado. No lloró al recordar. Estaba bien.

Charles no contestó. Le miró con dulzura haciéndole entender que contarlo o no era decisión suya. Le dijera lo que le dijera, podía hacer que se cerrara en sí mismo de nuevo. Era algo que tenía que salir de él.

Sergio, confiado, comenzó a contarle lo que había sucedido.

Tras la conversación, Charles abrazó al niño que había comenzado a llorar a raudales.

—Tranquilo. Estás en casa, estás a salvo.

Después de escuchar su historia, comprendía por qué tenía tanto miedo.

Cuando Nicky y Bonnie hubieron llegado a casa, los tres niños estaban dormidos. Aprovechó el empresario este momento para contarles lo que el niño les había dicho. Les pidió que no le contaran que habían tenido aquella conversación. El mismo pequeño se los diría cuando estuviera preparado.

Ese día comieron todos juntos. Ninguno quería despertar a los niños, menos aún a Sergio que llevaba días sin poder pegar ojo.

—No debí dejarle ir a ese cumpleaños– se repetía una y otra vez Nicky–. Debido a eso, a pasado uno de los peores días de su vida.

—No te preocupes– intentaba consolarla su amiga–. Es un chico fuerte. Estoy segura que terminará por olvidarse de esa mala experiencia.

Como para cualquier madre que cree haberle hecho un mal a su hijo, esas palabras no hicieron mella en su estado de ánimo. Cargaría con esa decisión en lo más profundo de su alma.

Sergio se despertó sin gritar. Después de todo el fin de semana sin poder descansar, se sentía bien, muy bien. Salió del cuarto donde su anfitrión le había indicado que descansara. Al ver a su madre, le dio un gran abrazo. Ella se alegró de que al fin pareciera estar más tranquilo. No podía bajar la guardia. En cualquier momento el niño podía sentirse mal de nuevo y ella tenía que estar ahí para ayudarle en lo que pudiera.

Cuando Michelle se despertó, la familia entera regresó a casa.

—¿De verdad ha vivido esas cosas? – preguntó Bonnie incrédula–. No es fácil de creer.

—Al menos, él cree que lo ha hecho– contestó su marido–. Desde luego, algo ha tenido que pasarle. Si no hubiera sido así, no estaría así.

El matrimonio pensó en su hija. ¿Cómo reaccionarían ellos si algo así le hubiera sucedido a ella? Lo peor era la falta de confianza que tenía el niño para contárselo a su madre. No era por ella, más bien era provocado por la situación vivida.

Nicky se planteaba seriamente en dejar a su hijo juntarse con Aiden. Tampoco es seguir con esa amistad fuera prioritario en ese momento para él. Menos aún para ella. Tenía que pensarlo muy bien porque, a pesar de creer que algo tenía que ver en esto, no estaba segura de que fuera así.

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