"6 de Febrero de 1992"
Bonnie había conseguido desconectar del colegio al llegar a casa. No totalmente, pero sí un poco, lo suficiente para que Charles bajara su nivel de preocupación por ella.
Aiden había obedecido a su profesora y había conseguido que su padre fuera a hablar con ella.
Bonnie, tenía una hora libre entre clase y clase. Fue ese momento el que escogió el padre de este alumno para hablar con ella.
Con toda la confianza del mundo, este hombre entró al colegio. Pasó directamente a la sala de profesores.
—Buenos días – saludó. Los profesores allí presentes se le quedaron mirando. Al cabo de unos segundos, devolvieron el saludo –. Estoy buscando a Bonnie Smith. Es la tutora de mi hijo.
Bonnie tragó saliva. Se podía hacer una idea de quién era. Si no le conocía y su hijo estaba a su cargo, no podía ser otra persona que el padre de Aiden.
—Soy yo – contestó la profesora levantándose de donde estaba acomodada – Usted, ¿Quién es? – Disimuló.
—Peter Williams – respondió –. Aiden, mi hijo, me ha dicho que está interesada en hablar conmigo, que hay algo que le preocupa.
—Si, señor. Permítame coger la llave de algún aula que esté vacía. Hablaremos más tranquilos si estamos solos.
Él sonrió como signo de conformidad.
Peter era un hombre que imponía. Alto, con ojos claros y facciones duras. Su gesto era amable, dulcificaba sus rasgos rudos. Quizás, lo que más llamaba la atención de la profesora era su tez blanca, casi translucida. En eso, su hijo se parecía a él. Peinaba canas. No es que tuviera el cabello talmente blanco, pero iban ganando fuerza en su cabeza. No era un hombre especialmente fuerte. Se notaba que iba al gimnasio, que se cuidaba, pero no en exceso.
"En sus tiempos tuvo que ser todo un galán." Pensó Bonnie.
La profesora le preguntó a la ordenanza que qué aula estaba libre. Siempre había alguna disponible para este tipo de cosas. Tras recibir las indicaciones y las llaves, dirigió al padre hasta la clase donde podrían tener una conversación reservada.
Se sentaron en pupitres.
—Dígame, ¿qué sucede con mi hijo? - Rompió el hielo Peter.
Bonnie le contó toda la historia, lo que estaba sucediendo en el colegio con el niño y que eso le preocupaba.
—Oh, vaya por Dios – contestó al relato de la profesora–. Le tengo dicho a ese niño que me cuente cualquier cosa que le suceda, que juntos podemos solucionar lo que sea.
—¿Aiden no le ha contado nada?
Peter negó con la cabeza.
Se le veía preocupado. No solo por el hecho en sí del trato que el niño estaba recibiendo por parte de sus compañeros. A eso se le agregaba que no le hubiera dicho nada.
—Señor Williams, ¿Aiden tiene algún problema en casa para no haberle querido contar sobre lo que está sucediéndole en el colegio?
—Siempre ha sido un niño muy reservado. No le ha gustado contarnos sus cosas, pero no tanto. Tarde o temprano, nos ha terminado contando lo que le sucedía. Y salía de él, no se crea. Si le preguntábamos, se cerraba aún más, por lo que era mejor no decirle nada. Ahora, estando con su madre en cama, quizás se haya vuelto un poco más reservado. Quizás piense que nos puede molestar si nos dice algo.
—¿Le sucede algo a su madre?
—Tiene terribles mareos. En ocasiones, es como si se quedara sin energías. Los médicos no saben a qué se debe.
—¿Le sucede desde hace mucho tiempo?
—Prácticamente desde se quedó embarazada de Aiden, aunque últimamente está un poco peor. Apenas se puede levantar de la cama.
Bonnie tragó saliva de nuevo. Empezó a comprender en ese momento por qué se veía tanto al niño haciendo los recados para la casa. supuso que Peter no podía hacerse cargo de la casa y de su esposa sin un poco de ayuda del niño.
—Debe ser una situación complicada.
—Bueno, no se crea. Es por esto por lo que no hemos podido venir hasta ahora a hacerle una visita. Mi mujer pasa mucho tiempo en cama y soy yo el que se tiene que ocupar de la casa y, además, de las cosas de las empresas que tenemos.
—Si, algo de eso ha llegado a decirme Aiden. Es usted empresario.
Peter asintió. Le contó que tenía dos empresas, una de construcción y otra de derecho. Ambas habían sido heredadas, pero que, si él tuviera que elegir una de las dos, se quedaría con el despacho de abogados.
—¿Le puedo preguntar algo al margen de su hijo? – Dijo Bonnie.
—Claro.
—¿Por qué han decidido mudarse a este pueblo con su mujer enferma? No sé de donde vendrán, pero en cualquier ciudad grande habrá más y mejores médicos para tratarla.
—No necesita doctores. – Contestó. – En todos estos años, ninguno ha podido averiguar lo que le sucede o cómo hacer para que se sienta mejor. Solo le recomiendan tranquilidad.
—¿No le da miedo que vaya a más?
—¿A su enfermedad, se refiere? – Bonnie asintió. – Si algo nos han dicho los médicos con pinta de ser cien por cien real, es que no va a ir a más. Son crisis y lo único que necesita es paz.
—Respecto a sus negocios, ¿quién se hace cargo de ellos cuando usted está aquí?
—Los socios, claro. He dejado todo en sus manos. Apenas me llegan algunos documentos para firmar de la constructora y, de vez en cuando, algún caso del despacho de abogados – sonrió –. Cuando tenga que salir del pueblo, contrataré a alguien que se haga cargo de mi esposa e hijo.
Siguieron hablando de la esposa de Peter algunos minutos más. La profesora tampoco quería meterse demasiado en aquel tema. Era personal y no quería entrometerse en algo que pudiera ser dañino para la familia.
Quería volver a Aiden, a cómo solucionar todos juntos lo que le sucedía al niño, aunque no sabía bien cómo redirigir la conversación.
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Casa Encantada
Mystery / ThrillerBonnie es una profesora que acaba de aprobar las oposiciones. Por eso, junto a Charles, su marido y Mary, su hija, se mudan de Madrid a un pueblecito pequeño del norte de España. La familia cree que que van a poder tener una vida tranquila, aunque...