Capítulo 66

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"16 de Marzo de 1992"

Nicky encontró a Charles sentado al lado del ayuntamiento, arropando bien a los niños. Se acercó a él y le ofreció llevarse a los dos niños a casa, no solo a Michelle. Así no enfermarían.

Mientras tanto, Bonnie y Aiden se dirigían al despacho del director.

Llamaron a la puerta y pidieron permiso para entrar. Él les hizo una señal para que se sentaran.

—Bueno, jovencito. ¿Me puedes decir qué ha sucedido?

Bonnie no sabía dónde meter la cabeza. Parecía que le estaba responsabilizando de lo que había sucedido.

—Señor director, Emmanuel, ¿qué quiere decir exactamente con ese tono de voz? ¿No estará insinuado que el niño es el culpable de esta situación?

Se la quedó mirando con firmeza. Aquello indicó a la profesora que así era, que le culpabilizaba de lo que había sucedido en el patio. Y no solo a él, porque ella también tenía su parte de responsabilidad. Había quedado a sus alumnos sin vigilancia.

Bonnie enrojeció de rabia. Le pidió al niño que saliera al pasillo y que le esperara allí durante unos minutos. Tenía que decirle algo a aquel hombre y no quería que escuchara el vocabulario que pudiera salir de su boca.

—Vamos a ver, Emmanuel. No sé con qué cuento te habrán ido los otros niños. Sergio, el hijo de Nicky, ha visto cómo tres niños soltaban a Aiden después de haberle dado una paliza. Si las culpas hubieran sido suya, ¿cree usted que hubiese sido el único niño en esas condiciones? Por otro lado, si intenta echarme a mí la responsabilidad de este asunto, he de recordarle que a mí no me tocaba turno de vigilancia en el patio. Además, había claustro. La responsabilidad, en tal caso, es suya. Usted ha sido el que ha hecho mal en poner esta reunión a estas horas.

Hasta ese momento, Bonnie no había demostrado su temperamento, por lo que al director le sorprendió que utilizara unas palabras tan duras y un tono tan fuerte. No esperaba que le contrastara así.

—No tienes por qué hablarme así, jovencita. Ten más respeto hacia mi puesto.

—El respeto se gana a pulso. Lo que usted está intentando hacer con ese niño, no lo merece. Le está culpabilizando por una serie de cosas sin lógica. Es él quien está malherido. Solo un ciego ignora eso.

—Sus padres...

—¿Sus padres? – Interrumpió–. ¿Sus padres? Ellos no tienen nada que ver en esto. Es usted el que promueve a discriminación a un niño por un estúpido apellido.

El frío, aunque soleado día, se nubló. Empezó a llover, aunque no había previsión de que esto sucediera. Unos minutos después de que el clima cambiara drásticamente, Peter llamó al despacho del director. Había estado escuchando parte de la conversación de la profesora con su superior. Ciertas cosas que no le agradaban demasiado.

Entró en el despacho sin llamar.

—Que sea la última vez que intenta discriminar de esta manera a mi hijo– le exigió–. Ni se le ocurra volver a levantarle la voz a la única persona de este maldito pueblo que se preocupa por él.

Peter salió de la oficina colérico. La forma en la que se había tratado a su hijo no le había hecho ninguna gracia.

Por un segundo, cuando el señor se dio la vuelta y miró a la profesora, Bonnie creyó ver algo extraño en sus ojos, como si fueran completamente negros.

Se sacudió la cabeza. "Céntrate, chica". Se dijo. "Esto es muy estresante. Ves lo que no hay".

Bonnie salió detrás de Peter. Quería disculparse con él por haber sido tan descuidada.

—No tiene por qué preocuparse. – Le dijo. – He escuchado la conversación que mantenías con Emmanuel. No eres responsable de esto. Soy plenamente consciente de que te preocupas por mi hijo, por tus alumnos.

Cogió a Aiden en brazos y se despidió de la profesora. Al hacerlo, le dio un beso galante en la mano.

Un extraño aroma a huevos podridos y a jazmín inundó el ambiente. Seguía el rastro de Peter y su hijo.

Bonnie caminó lentamente a casa. Aunque estaba lloviendo a raudales y se iba a empapar, quería caminar, estar sola.

Lo ocurrido en el colegio la había alterado.

Se sentó en la puerta de su hogar, en el suelo. Se echó a llorar. La tensión de los problemas del día había podido con ella.

Charles, habiendo escuchado algo en la calle, salió a ver qué sucedía. Se encontró a su mujer acurrucada. La ayudó a levantarse y a entrar en la casa. Le preparó chocolate caliente y se sentó en la cocina a hablar con ella.

Bonnie le contó todos los detalles de lo que había sucedido en el despacho del director.

—¿Qué piensas hacer ahora?

La profesora se encogió de hombros. En esos momentos estaba saturada. No sabía qué contestarle.

_No me digas que no piensas hacer nada al respecto. Ese niño necesita de tu cuidado y protección.

En ese momento, lo que necesitaba Bonnie era un abrazo y estar en silencio. Quería olvidar lo que había sucedido en clase, aunque fuera por unos momentos.Poco después de acostar a la niña, se puso a pensar en lo que debía hacer para proteger a su alumno. Definitivamente, no iba a permitir que le hicieran nada malo.

—¿Ya te has decidido a hacer algo? – Le preguntó Charles a su esposa.

—Por lo pronto, voy a convocar una reunión de padres. Quiero poner sobre la mesa más de una cosa. Si las cosas no mejoran, no me temblará el pulso en poner esto en manos de la ley.

El ambiente en casa se relajó.

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