Capítulo 63

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Nueva York, Agosto del 2032.

— Feliz cumpleaños — Susurró María en su oído.

Peter sonrojó al ver a su novia sobre él moviéndose de forma sensual. Ella sonrió pícaramente antes de quitar su blusa junto a su brasier. No importaba cuántas veces la viera desnuda siempre lo sorprendía de una u otra manera.

El castaño no soportó observar por mucho tiempo, por lo que giró a María acostándola en la cama para posarse sobre ella. Se quitó la camisa y se aproximó para besarla mientras ella recorría los músculos de su espalda.

Las suaves manos de María bajaron hasta su cintura para comenzar a quitar el cinturón y desabrochar su pantalón. Peter podía sentir como su miembro presionaba contra su ropa, ansioso por salir y sentir el tacto de su chica.

Dejando un camino de besos por su cuello llegó a sus pechos para deleitarse con los gemidos de la castaña. Terminó de quitar su pantalón para mandarlo a volar por la habitación y estiró una mano hacia su mesita de noche para tomar un preservativo.

María nuevamente tomó el control e invirtió las posiciones. Ahora fue su turno para gemir cuando sintió una lengua recorriendo sus abdominales y unos delicados dedos jugado con el elástico de su ropa interior.

— Mmm... De-Deja de jugar — Pidió en un suspiro.

— Que impaciente, Parker — Dijo entre risas coquetas.

La castaña se deshizo del resto de su ropa y Peter contuvo la respiración cuando la vió completamente desnuda sobre él. Su novia deslizó su bóxer de manera lenta para liberar su miembro, pero él ya no podía soportar más esa tortura.

Se incorporó para acunar su rostro y besarla lentamente al principio para después dar inicio a una batalla de lenguas por ver quién tomaba el control de la situación, para su fortuna María cedió y se recostó en la cama sin soltar su cuello.

Peter lanzó su ropa interior a algún lugar lejano mientras que tanteaba la cama buscando el preservativo que había tomado anteriormente. Cuando al fin lo encontró no perdió más tiempo en utilizarlo y fundirse en su novia.

Los gemidos de María eran música para sus oídos, una armoniosa melodía que sonaba perfectamente bien acompañando a sus propios gruñidos y jadeos de placer.

El momento culminó cuando sintió el interior de su novia abrazarlo con fuerza y él aguantó un instante más antes de dejarse llevar por el dulce orgasmo.

— Eso... Estuvo fabuloso — Comentó regulando su respiración.

Peter se acomodó junto a María en la cama, lamentablemente olvidó que su cama era de apenas una plaza y terminó cayendo al piso teniendo que soportar las risas y burlas de su novia.

— Se te movió la cama? — Preguntó divertida.

— Ja Ja Ja — Rió sin gracia.

Peter se incorporó y deshizo del preservativo. María le hizo una seña para que subiera a la cama dándole un pequeño espacio para acostarse a su lado.

El castaño se sintió mal, siempre tenían el mismo problema a la hora de hacer el amor. La cama era para una sola persona por lo que no cabían los dos a menos que estén muy juntos.

— Me compraré una cama más grande — Mencionó.

— No creo que quepa — Murmuró la chica dándole un vistazo a la habitación.

Ella tenía razón, su alcoba era muy pequeña, apenas cabían un par de muebles incluyendo la cama y eso que era la habitación más grande en todo el departamento.

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