Se abanica exageradamente.
—¡NINA!
—Ve a hablar con él.
—No puedo.
—Faya, creo que has venido aquí porque estás hecha un lío con ese chico. Es evidente que estáis locos el uno por el otro. Tienes que hablar con él. Ha volado cinco mil kilómetros para verte, por el amor de Dios. Y ya sabes lo horroroso que es volar.
Me ruborizo.
No le he dicho que tiene un avión privado.
—¿Qué? —me suelta.
—Tiene su propio avión —mascullo, avergonzada—, y son menos de cinco mil kilómetros, Nina.
¿Por qué me avergüenzo?
Arquea ambas cejas.
—Uau —exclama—. Faya, os pasa algo. Llevo intentando averiguar lo que es desde que llegaste. Pero el único modo de solucionar el problema, sea cual sea, es hablarlo con él. Piensa todo lo que quieras, pero hasta que no hables con él no vas a conseguir nada.
La miro ceñuda.
—Faya, cielo, siempre le has dado muchas vueltas a todo. Fíate de tu instinto. ¿Qué te dice, cariño?
Me miro los dedos.
—Creo que estoy enamorada de él —murmuro.
—Lo sé, cariño. Y él de ti.
—¡No!
—Sí, Faya. Dios... ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?
La miro aturdida y se me llenan los ojos de lágrimas.
—No llores, cielo.
—Es que tú no entiendes.
—Independientemente de lo rico que sea, uno no lo deja todo, se sube en su avión privado y cruza el país para tomar el té de la tarde. ¡Ve con él! Este sitio es muy bonito, muy romántico. Además, es territorio neutral.
Me revuelvo incómoda bajo su mirada.
Quiero y no quiero ir.
—Cariño, no te preocupes por tener que volver conmigo. Quiero que seas feliz, y ahora mismo creo que la clave de tu felicidad está arriba, en la habitación 612. Si quieres venir a la casa antes de irnos o llegar directamente al aeropuerto esta bien, por cierto la llave está debajo de la yuca del porche principal. Si te quedas... bueno, ya eres mayorcita. Pero toma precauciones.
Me pongo roja como un tomate.
Por Dios.
—Antes de irnos, vamos a terminarnos los tragos primero.
—¿Qué?, Pero ¿que dices?.
— Dijiste que hablara con el chico que tomó un avión privado y vino hasta acá a verme para tomar el té, y eso voy hacer pero no con quien tú crees - Sonrió
— Esa es mi chica.
Y sonríe.
Salimos del bar, dejando atrás al lío que me espera en Los Ángeles en dos meses.
Nos montamos en el auto de Nina y conducimos rumbo a la casa, no tengo más dudas de lo que tengo que hacer y de con quien tengo que hablar.
Durante todo el camino estoy hecha un manojo de nervios por que no se como empezar la conversación, o como llegar a el.
Una vez que Nina aparca fuera de la casa volteo a ver hacia arriba y veo que la luz está prendida, entonces mis nervios comienzan a incrementar.
Entramos en la casa y para mi suerte no hay nadie en la sala por lo que subimos directo a nuestra habitaciones sin hablar, una vez que dejo mis cosas salgo para dirigirme a esa puerta que tanto me aterra.
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By following your rules
Teen FictionMe haces sentir cosas con las que no estoy familiarizado. No sé como manejar este tipo de sentimientos Faya. Amo lo entregada emocionalmente que se vuelve con las cosas. Ella se abre por completo a estas fuerzas ficticias, sea una película o una n...