Capitulo 31

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Parece un chico descarriado, quizá una rebelde estrella de rock o un modelo de pasarela.

Suspiro por dentro deseando tener una décima parte de su elegancia........

Es tan tranquilo y controlado... Frunzo el ceño al recordar su arrebato por la llamada de ...

Bueno, al menos parece que lo es.

James está esperando al fondo.

—Mañana, pues —le dice a James.

—Sí, señor —le contesta James asintiendo—. ¿Qué coche va a llevarse?

Me lanza una rápida mirada.

—El R8.

—Buen viaje, señor Scott. Señorita Laur.

James me mira con simpatía, aunque quizá en lo más profundo de sus ojos se esconda una pizca de lástima.

Sin duda cree que he sucumbido a los turbios hábitos sexuales del señor Scott.

Bueno, a sus excepcionales hábitos sexuales... ¿o quizá el sexo sea así para todo el mundo? Frunzo el ceño al pensarlo.

No tengo nada con lo que compararlo y por lo visto no puedo preguntárselo a Jacqueline.

Así que tendré que hablar del tema con Leandro.

Sería perfectamente natural poder hablar de ello con alguien... pero no puedo hablar con Leandro si de repente se muestra extrovertido y al minuto siguiente distante.

James nos sujeta la puerta para que salgamos.

Leandro llama al ascensor.

—¿Qué pasa, Faya? —me pregunta.

¿Cómo sabe que estoy dándole vueltas a algo?

Alza una mano y me levanta la barbilla.

—Deja de morderte el labio o te follaré en el ascensor, y me dará igual si entra alguien o no.

Me ruborizo, pero sus labios esbozan una ligera sonrisa.

Al final parece que está recuperando el sentido del humor.

—Leandro, tengo un problema.

—¿Ah, sí? —me pregunta observándome con atención.

Llega el ascensor.

Entramos y Leandro pulsa el botón del parking.

—Bueno...

Me ruborizo.

¿Cómo explicárselo?

—Necesito hablar con Jacqueline. Tengo muchas preguntas sobre sexo, y tú estás demasiado implicado. Si quieres que haga todas esas cosas, ¿cómo voy a saber...? —me interrumpo e intento encontrar las palabras adecuadas—. Es que no tengo puntos de referencia.

Pone los ojos en blanco.

—Si no hay más remedio, habla con ella —me contesta enfadado—. Pero asegúrate de que no comente nada con Aaron.

Su insinuación me hace dar un respingo.

Jacqueline no es así.

—Jac no haría algo así, como yo no te diría a ti nada de lo que ella me cuente de Aaron... si me contara algo —añado rápidamente.

—Bueno, la diferencia es que a mí no me interesa su vida sexual —murmura Leandro en tono seco—. Aaron es un capullo entrometido. Pero háblale solo de lo que hemos hecho hasta ahora —me advierte—. Seguramente me cortaría los huevos si supiera lo que quiero hacer contigo —añade en voz tan baja que no estoy segura de si pretendía que lo oyera.

By following your rulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora