Capítulo 44

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—Hola, Luca. —Leo estrecha la mano de mi padre mientras que Raquel lo besa en ambas mejillas, claramente ni se ruboriza—. ¿Conoces al novio de Faya? Leandro Scott...

Maldita sea... ¡Raquel!

¡Mierda!

Me arden las mejillas.

—Señor Laur, encantado de volver a verlo —dice Leandro tranquilamente, con calidez, sin que le haya alterado la presentación de Raquel.

Tiende la mano a Papá, que se la estrecha sin dar la menor muestra de sorprenderse por lo que acaba de enterarse.

Muchas gracias, Raquel Monroe, pienso echando chispas.

Creo que mi subconsciente se ha desmayado.

—Señor Scott —murmura papá.

Su expresión es indescifrable.

Solo abre un poco sus grandes ojos castaños, que se giran hacia mí como preguntándome cuándo pensaba darle la noticia.

Me muerdo el labio.

—Y este es mi hermano, Leo Monroe —dice Raquel a Leandro .

Este dirige su gélida mirada a Leo, que sigue cogiéndome por la cintura.

—Señor Monroe.

Se saludan.

Leandro me tiende la mano.

—Faya, cariño —murmura.

Casi me muero al oírlo.

Me aparto de Leo, al que Leandro dedica una sonrisa glacial, y me coloco a su lado.

Raquel me sonríe.

La muy zorra sabe perfectamente lo que está haciendo.

—Leo, mamá y papá quieren hablar con nosotros —dice Raquel llevándose a su hermano.

—¿Desde cuándo salen formalmente, chicos? —pregunta papá mirando impasible primero a Leandro y luego a mí.

He perdido la capacidad de hablar.

Quiero que me trague la tierra.

Leandro me roza la espalda con el pulgar y luego deja la mano apoyada en mi hombro.

—Unas dos semanas —dice en tono tranquilo—. Nos decimos por algo más serio cuando Faya vino a entrevistarme para la unión entre las empresas.

—No sabía que trabajabas para la área de marketing, Faya.

El tono de Papá es de ligero reproche.

Es evidente que está molesto.

Mierda.

—Raquel estaba enferma —murmuro.

No logro decir nada más.

—Su discurso ha estado muy bien, señor Scott.

—Gracias. Tengo entendido que usted tampoco le va mal en dar discursos y hoy lo he comprobado por mi mismo, impone elegancia y diversión.

Luca alza las cejas y esboza una sonrisa poco habitual, auténtica.

Y de pronto se ponen a hablar de ruedas de prensa.

De hecho, enseguida siento que sobro.

Se ha metido a mi padre en el bolsillo... Como hizo contigo, me reprocha mi subconsciente.

Su poder no tiene límites.

Me disculpo y voy a buscar a Raquel.

Raquel está hablando con sus padres, que están encantados de verme, como siempre, y me saludan cariñosamente.

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