—¿El soltero más rico, más escurridizo y más enigmático de todo Culver te ha dado su número de móvil?
—Bueno... sí.
—¡Faya! Le gustas. No tengo la menor duda —afirma categóricamente.
—Mamá, solo pretende ser amable.
Pero incluso mientras lo digo sé que no es verdad. Leandro Scott no es amable.
Es educado, quizá.
Y una vocecita me susurra: Tal vez mi madre tiene razón.
Se me eriza el vello solo de pensar que quizá, solo quizá, podría gustarle.
Después de todo, es cierto que me ha dicho que se alegraba de que Lisa no le hubiera hecho la entrevista.
Me abrazo a mí misma con silenciosa alegría y giro a derecha e izquierda considerando la posibilidad de que por un instante pueda gustarle.
Mi madre me devuelve al presente.
—No sé cómo podremos hacer la sesión. Leo, nuestro fotógrafo habitual, no puede. Ha ido a Madrid a pasar el fin de semana con su familia.
Se mosqueará cuando sepa que ha perdido la ocasión de fotografiar a uno de los empresarios más importantes del país.
—Mmm... ¿Y Emilio?
—¡Buena idea! Pídeselo tú. Haría cualquier cosa por ti. Luego llamas a Leandro y le preguntas dónde quiere que vayamos.
Mi padre es insufriblemente desdeñoso con Emilio.
—Creo que deberías llamarlo tú.
—¿A quién? ¿A Emilio? —me pregunta en tono de burla.
—No, a Leandro.
— Faya, eres tú la que tiene trato con él.
—¿Trato? —exclamo subiendo el tono varias octavas—. Apenas conozco a ese tipo.
—Al menos has hablado con él —dice implacable—. Y parece que quiere conocerte mejor. Faya, llámalo y punto.
Y me cuelga.
A veces es muy autoritaria.
Frunzo el ceño y le saco la lengua al teléfono.
Estoy dejándole un mensaje a Emilio cuando Paul entra en el almacén a buscar papel para envolver algún panecillo.
—Faya, tenemos trabajo ahí fuera —me dice sin acritud.
—Sí, perdona —murmuro, y me doy la vuelta para salir.
—¿De qué conoces a Leandro Scott?
Paul intenta mostrarse indiferente, pero no lo consigue.
—Tuve que entrevistarlo para la revista de la facultad. Lisa fue despedida un día antes así que tuve que ir yo en su lugar.
Me encojo de hombros intentando no darle importancia, pero no lo hago mucho mejor que él.
—Leandro Scott en nuestra cafetería. Imagínate —resopla Paul sorprendido. Mueve la cabeza, como si quisiera aclararse las ideas—. Bueno, ¿te apetece que salgamos a tomar algo esta noche?
Cada vez que vuelve a casa me propone salir, y siempre le digo que no.
Es un ritual.
Nunca me ha parecido buena idea salir con el hermano del jefe, y además Paul es mono como podría serlo el vecino de al lado, pero, por más imaginación que le eches no puede ser un héroe literario.
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By following your rules
Teen FictionMe haces sentir cosas con las que no estoy familiarizado. No sé como manejar este tipo de sentimientos Faya. Amo lo entregada emocionalmente que se vuelve con las cosas. Ella se abre por completo a estas fuerzas ficticias, sea una película o una n...