Capítulo 41

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—¿Por qué no puedo tocarte?

—Porque no.

Aprieta los labios con obstinación.

—¿Es por la señora Robinson?

Me mira con curiosidad.

—¿Por qué lo piensas? —E inmediatamente lo entiende—. ¿Crees que me traumatizó?

Asiento......

—No, Faya, no es por ella. Además, la señora Robinson no me aceptaría estas chorradas.

Ah... pero yo sí tengo que aceptarlas.

Pongo mala cara.

—Entonces no tiene nada que ver con ella...

—No. Y tampoco quiero que te toques.

¿Qué?

Ah, sí, la cláusula de que no puedo masturbarme.

—Por curiosidad... ¿por qué?

—Porque quiero para mí todo tu placer —me dice en tono ronco, aunque decidido.

No sé qué contestar.

Por un lado, ahí está con su «Quiero morderte ese labio»; por el otro, es muy egoísta.

Frunzo el ceño y pincho un trozo de bacalao intentando evaluar mentalmente qué me ha concedido.

La comida y dormir.

Va a tomárselo con calma, y aún no hemos hablado de los límites tolerables.

Pero no estoy segura de que pueda afrontar ese tema con la comida en la mesa.

—Te he dado muchas cosas en las que pensar, ¿verdad?

—Sí.

—¿Quieres que pasemos ya a los límites tolerables?

—Espera a que acabemos de comer.

Sonríe.

—¿Te da asco?

—Algo así.

—No has comido mucho.

—Lo suficiente.

—Tres ostras, cuatro trocitos de bacalao y un espárrago. Ni puré de patatas, ni frutos secos, ni aceitunas. Y no has comido en todo el día. Me has dicho que podía confiar en ti.

Vaya, ha hecho el inventario completo.

—Leandro, por favor, no suelo mantener conversaciones de este tipo todos los días.

—Necesito que estés sana y en forma, Faya.

—Lo sé.

—Y ahora mismo quiero quitarte ese vestido.

Trago saliva.

Quitarme el vestido.

Siento un tirón en lo más profundo de mi vientre.

Algunos músculos con los que ahora estoy más familiarizada se contraen con sus palabras.

Pero no puedo aceptarlo.

Vuelve a utilizar contra mí su arma más potente.

Es fabuloso practicando el sexo... Hasta yo me he dado cuenta de ello.

—No creo que sea una buena idea —murmuro—. Todavía no hemos comido el postre.

—¿Quieres postre? —me pregunta resoplando.

By following your rulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora