Capitulo 5

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Mierda.

Sí, claro.

Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría informado un poco.

Cambio de tema rápidamente.

—Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.

—Eso no es una pregunta —me replica en tono seco.

—Perdón.

No puedo quedarme quieta.

Ha conseguido que me sienta como una niña perdida.

Vuelvo a intentarlo.

—¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?

—Tengo familia. Un hermano y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.

—¿Es usted gay, señor Scott?

Respira hondo.

Estoy avergonzada, abochornada.

Mierda.

¿Por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla?

¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas?

Malditas sean los que crearon estas preguntas y su maldita curiosidad.

—No, Faya, no soy gay.

Alza las cejas y me mira con ojos fríos.

No parece contento.

—Le pido disculpas. Está... bueno... está aquí escrito.

Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre.

El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas.

Nerviosa, me coloco el mechón de pelo detrás de la oreja.

Inclina un poco la cabeza.

—¿Las preguntas no son suyas?

Quiero que se me trague la tierra.

—Bueno... no. Lisa....la señorita Logan... me ha pasado una lista.

—¿Son compañeras de relaciones públicas?

Oh, no.

No tengo nada que ver con la revista.

Es una actividad extraacadémica de ella, no mía.

Me arden las mejillas.

—No. Era trabajadora de mi padre solamente.

Se frota la barbilla con parsimonia y sus ojos cafes me observan atentamente.

—¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? —me pregunta en tono inquietantemente tranquilo.

A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién?

Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.

—Me lo ha pedido mi padre. Ya que no tiene a alguien que lo hiciera —le contesto en voz baja, como disculpándome.

—Esto explica muchas cosas.

Llaman a la puerta y entra la rubia número dos.

—Señor Scott, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.

—No hemos terminado, Emma. Cancele mi próxima reunión, por favor.

Emma se queda boquiabierta, sin saber qué contestar.

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