—Vamos a tener que trabajar para que aprendas a quedarte quieta, nena.
Sigue besándome la barriga y me introduce la lengua en el ombligo.
Sus labios ascienden hacia el torso.
Me arde la piel.
Estoy sofocada.
Por un momento siento........
Mucho calor, luego frío, y araño la sábana sobre la que estoy tumbada.
Leandro se tumba a mi lado y me recorre con la mano desde la cadera hasta el pecho, pasando por la cintura.
Me observa con expresión impenetrable y me rodea suavemente los pechos con las manos.
—Encajan perfectamente en mi mano, Faya—murmura.
Mete el dedo índice por la copa de mi sujetador, la baja muy despacio y deja mi pecho al aire, empujado hacia arriba por la varilla y la tela.
Desplaza el dedo a mi otro seno y repite el proceso.
Los pechos se me hinchan y los pezones se me endurecen bajo su insistente mirada.
El sujetador mantiene alzados mis senos.
—Muy bonitos —suspira admirado.
Y los pezones se me endurecen todavía más.
Me chupa suavemente un pezón, desliza una mano al otro pecho, y con el pulgar rodea muy despacio el otro pezón y tira de él.
Gimo y siento que una dulce sensación me desciende hasta la ingle.
Estoy muy húmeda.
Oh, por favor, suplico para mis adentros agarrando con fuerza la sábana.
Cierra los labios alrededor de mi otro pezón, y cuando lo lame, casi siento una convulsión.
—Vamos a ver si conseguimos que te corras así —me susurra.
Y sigue con su lenta y sensual incursión.
Mis pezones sienten sus hábiles dedos y sus labios, que encienden mis terminaciones nerviosas hasta el punto de que todo mi cuerpo gime en una dulce agonía, pero él no se detiene.
—Oh... por favor —le suplico.
Tiro la cabeza hacia atrás, con la boca abierta, y gimo.
Siento las piernas entumecidas.
Maldita sea, ¿qué está pasándome?
—Déjate ir, nena —murmura.
Me aprieta un pezón con los dientes, con el pulgar y el índice tira fuerte del otro, y me dejo caer en sus manos.
Mi cuerpo se agita y estalla en mil pedazos.
Me besa profundamente, metiéndome la lengua en la boca para absorber mis gritos.
¡Dios mío!
Ha sido fantástico.
Ahora ya sé a qué viene tanto asombro ante mi reacción.
Me mira con una sonrisa satisfecha, aunque estoy segura de que no es más que gratitud y admiración por mí.
—Eres muy receptiva —me dice—. Tendrás que aprender a controlarlo, y será muy divertido enseñarte.
Vuelve a besarme.
Mi respiración es todavía irregular mientras me recupero del orgasmo.
Desliza una mano hasta mi cintura, mis caderas, y la posa en mis partes íntimas... Ay.
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By following your rules
Teen FictionMe haces sentir cosas con las que no estoy familiarizado. No sé como manejar este tipo de sentimientos Faya. Amo lo entregada emocionalmente que se vuelve con las cosas. Ella se abre por completo a estas fuerzas ficticias, sea una película o una n...