Capítulo 63

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¿Disfrutar?

Lo miro extrañada.

Qué extraña elección léxica.

Entro en detalles sobre mi puesto de bibliotecaria en la biblioteca central del campus y mi experiencia entrevistando a un déspota indecentemente rico para la revista de la universidad.

Paso por alto el hecho de que, en realidad, no fui yo quien escribió el artículo.

Menciono las dos sociedades literarias a las que pertenecía y concluyo con mi trabajo en la empresa familiar.

Los dos se ríen, que es lo que esperaba.

Poco a poco, me relajo y empiezo a sentirme a gusto.

Jean me hace preguntas agudas e inteligentes, pero no me amilano; mantengo el tipo y, cuando hablamos de mis preferencias literarias y mis libros favoritos, creo que me defiendo bastante bien.

A Jean, en cambio, solo parece gustarle la literatura estadounidense posterior a 1950.

Nada más.

Ningún clásico, ni siquiera Henry James, ni Upton Sinclair, ni F. Scott Fitzgerald.

Elizabeth no dice nada, solo asiente de vez en cuando y toma notas.

Jean, pese a su afán por la controversia, es agradable a su manera, y mi recelo inicial se disipa a medida que hablamos.

—¿Y dónde te ves dentro de cinco años? —pregunta.

La divagación me hace fruncir el ceño.

—En realidad que mejor puesto que no sea el de presidenta, pero me gustaría ser escritora y dueña de alguna otra editorial.

Jean sonríe.

—Muy bien, Faya. No tengo más preguntas. ¿Y tú? —me plantea directamente.

—¿Cuándo podría tomar la presidencia? —inquiero.

—Lo antes posible —interviene Elizabeth—. ¿Cuándo podrías tú?

—Estoy disponible a partir de la semana que viene.

—Está bien saberlo —dice Jean.

—Si nadie tiene nada más que decir —Elizabeth nos mira a los dos—, creo que damos por terminada la entrevista.

Sonríe amablemente.

—Ha sido un placer conocerte, Faya—dice Jean en voz baja cogiéndome la mano.

Me la aprieta con suavidad, así que lo miro con cierta extrañeza cuando me despido.

Camino del coche, me noto intranquila, pero no sé por qué.

Creo que la entrevista ha ido bien, pero es difícil saberlo.

Las entrevistas me parecen algo tan artificial; todo el mundo comportándose de la mejor forma posible e intentando desesperadamente esconderse tras una fachada profesional.

¿Encajo en el perfil?

Por supuesto que si, no por algo mi padre me dio tal cargo en su nueva inquisition.

Habrá que esperar para saberlo.

Me subo a mi Porsche y me dirijo a casa, pero con tranquilidad.

He reservado un vuelo nocturno con escala en Atlanta, pero no sale hasta las 22.25 h, así que tengo tiempo de sobra.

Cuando llego, Mamá está desempaquetando cajas en la cocina.

—¿Qué tal te ha ido? —me pregunta emocionada.

By following your rulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora