Capitulo 65

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—Cielo, debes de estar cansada. ¿Quieres dormir un rato cuando lleguemos a casa?

—No, realmente me apetece ir a la playa.

Llevo mi bikini azul de top atado al cuello, mientras sorbo una Coca-Cola light tumbada en una hamaca mirando el océano Atlántico.

Y pensar que ayer, sin ir más lejos, contemplaba el Sound abriéndose al Pacífico.

Nina mi gran amiga que recién llego hace unas horas gandulea a mi lado, protegiéndose del sol con un sombrero flexible desmesuradamente grande y unas gafas de sol enormes, tipo Jackie O, sorbiendo su propia Coca-Cola.

Estamos en la playa de Tybee Island, a tres manzanas de casa.

Me tiene cogida de la mano.

Mi fatiga ha disminuido y, mientras me empapo de sol, me siento a gusto, segura y animada.

Por primera vez en una eternidad, empiezo a relajarme.

—Bueno, Faya... háblame de ese hombre que te tiene tan loca.

¡Loca!

¿Cómo lo sabe?

¿Qué le digo?

No puedo hablar de Leandro con mucho detalle por el acuerdo de confidencialidad, pero, en cualquier caso, ¿le hablaría a mi madre de él? Palidezco de pensarlo.

—¿Y bien? —insiste, y me aprieta la mano.

—Se llama Leandro. Es guapísimo. Es rico... demasiado rico. Es muy complicado y temperamental.

Sí, me siento tremendamente orgullosa de mi definición escueta y precisa.

Me vuelvo de lado para mirarla, justo cuando ella hace lo mismo.

Me mira con sus ojos de un café oscuro.

—Centrémonos en lo de complicado y temperamental.

Oh, no...

—Sus cambios de humor me confunden, Nina. Tuvo una infancia difícil y es muy cerrado, es muy difícil entenderle.

—¿Te gusta?

—Más que eso.

—¿En serio? —me dice, mirándome boquiabierta.

—Sí, mujer.

—En realidad, chica, los hombres no son complicados. Son criaturas muy simples y cuadriculadas. Por lo general dicen lo que quieren decir. Y nosotras nos pasamos horas intentando analizar lo que han dicho, cuando lo cierto es que resulta obvio. Yo, en tu lugar, me lo tomaría al pie de la letra. Igual te ayuda.

La miro alucinada.

Parece un buen consejo.

Tomarme a Leandro al pie de la letra.

Enseguida me vienen a la cabeza algunas de las cosas que me ha dicho.

«No quiero perderte...»

«Me tienes embrujado...»

«Me tienes completamente hechizado...»

«Yo también te voy a echar de menos, más de lo que te imaginas...»

Miro a mi amiga.

Ella ha tenido más de cuatro veces pareja.

A lo mejor sí sabe algo de los hombres, después de todo.

—Casi todos los hombres son volubles, cariño, algunos más que otros. Mira a Mathias, por ejemplo...

Se le ablanda y entristece la mirada siempre que piensa en nuestro lejano amigo.

By following your rulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora