Capitulo 21

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No se ha afeitado, y su barba de dos días hace la perspectiva doblemente tentadora.

Mmm... Me gustaría sentir su aspereza bajo mi lengua y mis dedos, contra mi cara.

—Cuando vuelas de noche, no ves nada. Tienes que confiar en los aparatos —dice interrumpiendo mi fantasía erótica.

—¿Cuánto durará el vuelo? —consigo decir, casi sin aliento.

No estaba pensando en sexo, para nada.

—Menos de una hora... Tenemos el viento a favor.

En el Los Ángeles en menos de una hora... No está nada mal.

Claro, estamos volando.

Queda menos de una hora para que lo descubra todo.

Siento todos los músculos de la barriga contraídos.

Tengo un grave problema con las mariposas.

Se me reproducen en el estómago.

¿Qué me tendrá preparado?

—¿Estás bien, Faya?

—Sí.

Le contesto con la máxima brevedad porque los nervios me oprimen.

Creo que sonríe, pero es difícil asegurarlo en la oscuridad.

Leandro acciona otro botón.

—Aeropuerto de Culver, aquí Laya Scott, en uno-cuatro-mil, cambio.

Intercambia información con el control de tráfico aéreo.

Me suena todo muy profesional.

Creo que estamos pasando del espacio aéreo de Culver al del aeropuerto de Los Angeles.

—Entendido, Los Angeles, preparado, cambio y corto. Señala un puntito de luz en la distancia y dice:
—Mira. Aquello son Los Angeles.

—¿Siempre impresionas así a las mujeres? ¿«Ven a dar una vuelta en mi helicóptero»? —le pregunto realmente interesada.

—Nunca he subido a una mujer al helicóptero, Faya. También esto es una novedad —me contesta en tono tranquilo, aunque serio.

Vaya, no me esperaba esta respuesta.

¿También una novedad? Ah, ¿se referirá a lo de dormir con una mujer?

—¿Estás impresionada?

—Me siento sobrecogida, Leandro.

Sonríe.

—¿Sobrecogida?

Por un instante vuelve a tener su edad.

Asiento.

—Lo haces todo... tan bien.

—Gracias, señorita Laur —me dice educadamente.

Creo que le ha gustado mi comentario, pero no estoy segura.

Durante un rato atravesamos la oscura noche en silencio.

El punto de luz de Los Angeles es cada vez mayor.

—Torre de Los Angeles a Laya Scott. Plan de vuelo al Escala en orden. Adelante, por favor. Preparado. Cambio.

—Aquí Laya Scott, entendido, Los Angeles. Preparado, cambio y corto.

—Está claro que te divierte —murmuro.

—¿El qué?

Me mira.

A la tenue luz de los instrumentos parece burlón.

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