Capitulo 6

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El corazón me late muy deprisa.

El ascensor llega a la planta baja y salgo en cuanto se abren las puertas.

Doy un traspié, pero por suerte no me doy de bruces contra el inmaculado suelo de piedra.

Corro hacia las grandes puertas de vidrio y por fin salgo al tonificante, limpio y húmedo aire de Seattle.

Levanto la cara y agradezco la lluvia, que me refresca.

Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me purifique e intento recuperar la poca serenidad que me queda.

Ningún hombre me había impactado como Leandro Scott, y no entiendo por qué.

¿Porque es guapo?

¿Educado?

¿Rico?

¿Poderoso?

No entiendo mi reacción irracional.

Suspiro profundamente aliviada.

¿De qué diablos va esta historia?

Me apoyo en una columna de acero del edificio y hago un gran esfuerzo por tranquilizarme y ordenar mis pensamientos.

Muevo ligeramente la cabeza.

¿Qué ha pasado?

Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar normalmente.

Me dirijo al coche.

Dejo atrás la ciudad repasando mentalmente la entrevista y empiezo a sentirme idiota y avergonzada.

Seguro que estoy reaccionando desproporcionadamente a algo que solo existe en mi cabeza.

De acuerdo, es muy atractivo, seguro de sí mismo, dominante y se siente cómodo consigo mismo, pero por otra parte es arrogante y, por impecables que sean sus modales, es dictador y frío.

Bueno, a primera vista.

Un involuntario escalofrío me recorre la espina dorsal.

Puede ser arrogante, pero tiene derecho a serlo, porque ha conseguido grandes cosas y es todavía muy joven.

No soporta a los imbéciles, pero ¿por qué iba a hacerlo?

Vuelvo a enfadarme al pensar que mis padres no me proporcionó una breve biografía.

Mientras recorro la interestatal 101, mi mente sigue divagando.

Me deja de verdad perpleja que haya gente tan empeñada en triunfar.

Algunas respuestas suyas han sido muy crípticas, como si tuviera una agenda oculta.

Y las preguntas de Logan.... ¡Uf!

La adopción y que si era gay...

Se me ponen los pelos de punta.

No me puedo creer que le haya preguntado algo así.

¡Tierra, trágame!

De ahora en adelante, cada vez que recuerde esta pregunta me moriré de vergüenza.

¡Maldita sea Lisa Logan!

Echo un vistazo al indicador de velocidad.

Conduzco con más precaución de la habitual, y sé que es porque tengo en mente esos penetrantes ojos cafes que me miran y una voz seria que me dice que conduzca con cuidado.

Muevo la cabeza y me doy cuenta de que Leandro parece tener el doble de edad de la que tiene.

Olvídalo, Faya, me regaño a mí misma.

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