—¿Estás nerviosa? —me pregunta amablemente.
—Sí.
Se inclina hacia delante.
—Yo también —susurra con complicidad...........
Clavo mis ojos en los suyos.
¿Él?
¿Nervioso?
Nunca.
Pestañeo y me dedica su preciosa sonrisa de medio lado.
Llega el camarero con mi vino, un platito con frutos secos y otro con aceitunas.
—¿Cómo lo hacemos? —le pregunto—. ¿Revisamos mis puntos uno a uno?
—Siempre tan impaciente, señorita Laur.
—Bueno, puedo preguntarte por el tiempo.
Sonríe y coge una aceituna con sus largos dedos.
Se la mete en la boca, y mis ojos se demoran en ella, en esa boca que ha estado sobre la mía... en todo mi cuerpo.
Me ruborizo.
—Creo que el tiempo hoy no ha tenido nada de especial —me dice riéndose.
—¿Está riéndose de mí, señor Scott?
—Sí, señorita Laur.
—Sabes que ese contrato no tiene ningún valor legal.
—Soy perfectamente consciente, señorita Laur.
—¿Pensabas decírmelo en algún momento?
Frunce el ceño.
—¿Crees que estoy coaccionándote para que hagas algo que no quieres hacer, y que además pretendo tener algún derecho legal sobre ti?
—Bueno... sí.
—No tienes muy buen concepto de mí, ¿verdad?
—No has contestado a mi pregunta.
—Faya, no importa si es legal o no. Es un acuerdo al que me gustaría llegar contigo... lo que me gustaría conseguir de ti y lo que tú puedes esperar de mí. Si no te gusta, no lo firmes. Si lo firmas y después decides que no te gusta, hay suficientes cláusulas que te permitirán dejarlo. Aun cuando fuera legalmente vinculante, ¿crees que te llevaría a juicio si decides marcharte?
Doy un largo trago de vino.
Mi subconsciente me da un golpecito en el hombro.
Tienes que estar atenta.
No bebas demasiado.
—Las relaciones de este tipo se basan en la sinceridad y en la confianza —sigue diciéndome—. Si no confías en mí... Tienes que confiar en mí para que sepa en qué medida te estoy afectando, hasta dónde puedo llegar contigo, hasta dónde puedo llevarte... Si no puedes ser sincera conmigo, entonces es imposible.
Vaya, directamente al grano.
Hasta dónde puede llevarme.
Dios mío.
¿Qué quiere decir?
—Es muy sencillo, Faya. ¿Confías en mí o no? —me pregunta con ojos ardientes.
—¿Has mantenido este tipo de conversación con... bueno, con las quince?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque ya eran sumisas. Sabían lo que querían de la relación conmigo, y en general lo que yo esperaba. Con ellas fue una simple cuestión de afinar los límites tolerables, ese tipo de detalles.
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By following your rules
Teen FictionMe haces sentir cosas con las que no estoy familiarizado. No sé como manejar este tipo de sentimientos Faya. Amo lo entregada emocionalmente que se vuelve con las cosas. Ella se abre por completo a estas fuerzas ficticias, sea una película o una n...