Capítulo 79

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- ¿Lo ve Decimo? – El “te lo dije” era casi palpable.

- Viper… - La corrección era más un segundo pensamiento que otra cosa. Era muy probable que no recordará hacerla más tarde.

Nadie iba a decir en voz alta que él Décimo parecía estar viendo algo más allá de su imaginación. Como un muerto saliendo de su ataúd en pleno entierro. Demasiado tenso, un tanto cohibido de una forma anormal. Reservado, pero era por lo mismo. No se creía nada de lo que veía o sentía.

No eran muchos, y no conocían mucho al Décimo. El Décimo no salía mucho, pero lo conocían porque era difícil no hacerlo y no solo por quién era. Era difícil no recordar a una persona que se tomaba el tiempo para hacer una pequeña charla, recordar tu nombre y preguntar si tenías algún problema, si necesitabas algo y si estabas feliz con ese cargo (no era a todos. Tenía un don para percibir cosas ese hombre …).  Muy amable, respetuoso, cordial. A más de a uno le había tocado la mala pasada de enterarse mucho después que el hombre era la cabeza de la organización, y todo el revoltijo que era tener a alguien tan blando en un lugar así.

-... dejarlos ir. - La sonrisa era forzada, el tono era neutro. Lo que estaba diciendo era oscuro. - Muchos de los que dejaba ir volvían y era peor, así que comencé a tratar de asustarlos más y luego… - Era algo muy oscuro para alguien que conocían casi como un ángel. Tomando en cuenta como era la mafia, este hombre era demasiado bueno para ser verdad. Era. - Luego dejo de importarme. No negaré que es divertido, pero no voy a ir por ahí asesinando sin razón si eso te preocupa. - Demasiado oscuro. - No vienen por buenas cosas, y no tienen miedo. Además, el trabajo solían hacerlo mis guardianes y la parte de seguridad… - El Décimo se encogió de hombros, como si no importará. - Parecen que creen que atacare a cualquiera, y supongo que no puedo culpar a nadie por pensar así… - No miro a nadie al decir esto, algo que no pasó desapercibido. De igual modo fue con una sonrisa demasiado tensa y amplia como para ser feliz.

El "monstruo" que rondaba las paredes de Vongola no era más que un hombre haciendo una tarea que no solía tener que hacer, y la cual se había convertido en una forma de liberar sus frustraciones, si la sonrisa tensa y las partes sarcásticas decían algo. Un hombre que, a primera vista, había perdido por completo el pudor, la vergüenza y la empatía a otros. 

Así como estaba, sentado recto y tenso, manos tomando con más firmeza de la necesaria un adorno de vidrio, de vez en cuando mostrando leves temblores en la mismas, decía mucho. El que no quisiera ver a nadie a los ojos, que prefiriera mirar al suelo u ocultar su rostro, decía mucho más.

-  O-Okey. - El más miedoso, uno de los nuevos ingresos, trato de enmendar el problema que había causado: - Lo lamento, es solo que-

- ¿Rondan los rumores de un demonio caminando por ahí? - Amargo, arisco, eso era lo más notable del Décimo ahora. - Quizás, pero con razón. - Un encogimiento de hombros.

El dulce, amable y carismático Décimo que varios de ellos habían conocido no estaba allí. No a primera vista, al menos. Era obvio luego de unos minutos en su presencia que no había cambiado, no en eso. Amargo, arisco, increíblemente sarcástico y no de las mejores maneras… Resentido, deprimido y con una actitud de: "¿qué importa?", eso era lo que se podría resumir como el Décimo que tenían en frente.

- No seas así. - Alguien carraspeo y otros temieron una mala reacción. - Es nuevo, no sabe mejor.

No pasó nada más que el hombre se le quedará mirando a Akane, como si no comprendiera lo que acababa de pasar. No era la reacción que se podría esperar, no con lo tenso que estaba y la distancia que mantenía. Para Akane esto tampoco era esperado, espero otra reacción, ya que su sonrisa bajo mucho. 

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora