Extra 7: Six Traits of Personality (11/15)

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Si había algo que la obvia y bien intencionada decisión de mantenerlo lo más al margen posible de las cosas serias, de la verdad, era saber que no funcionaba del todo por más que quisiera que lo hiciera. Gran parte de todo esto era su culpa, lo sabía muy bien, y sabía que iba a continuar incluso si pedía que lo dejaran. No dejaba de molestarlo igualmente, pero no era algo que pudiera expresar.

Saber no quería, por múltiples razones. La principal era el hecho de que, por alguna razón, él era el Décimo Vongola. Sea lo que sea que significará ese título, no era cualquier cosa y por cómo lo trataban, así fuera un total desgraciado, era un rey. Nadie parecía odiarlo, o resentirlo, a lo mucho solo parecían heridos cuando se portaba como un desgraciado o un malagradecido. No lo admitiría en voz alta, pero no se sentiría mal por ello si al menos lo odiarán.

¿Cómo iban a odiarlo o resentirlo cuando le seguían trayendo cosas incluso cuando les decía que no?

Café, dulces, revistas, incluso le habían traído una manta cuando comenzó a estornudar una mañana debido al frío. No entendía, no quería hacerlo porque no quería aceptar que, por alguna razón, lo querían aquí.

- Se supone que todo esto es parte de mi trabajo. - Las pilas de hojas no le contestaron sobre el escritorio, obviamente.

El personal se alegraba de verlo. Cualquier cosa que pidiera, así no fuera verbalmente, se cumplía. Y estaba hablando solo del personal. Con razón Takeshi había insistido tanto en que vinieran aquí, Takeshi era una sola persona, pero aquí era un ejército que quería complacerlo al igual que él.

¿A cambio de qué?

¿Acaso nadie veía que era un simple mortal?, y no un buen mortal. Entendía lo de los animales, más o menos, eran simples criaturas que les agradaba su compañía. Los animales lo matarían rápido y preciso, y solo habían dos posibles razones por lo cuál lo harían. Cariño y comida lo hacían útil, afecto podía hacer milagros. Era un dar y dar, porque sería una completa mentira decir que no obtenía nada de ellos. Lo contrario, en todo caso.

Si al menos fuera una buena persona, no se sentiría tan fuera de lugar con todo esto. Si al menos pudiera creer que no había motivos ocultos, porque siempre habían motivos, no estaría tan en desacuerdo con estar aquí por más que quisiera quedarse. No era lo suficientemente bueno como para generar apreció o lealtad. Nunca lo hizo, nunca lo haría, mentirse así mismo y decir que tal vez había hecho algo que no recordaba ahora solo lo llevaría a tener una decepción. No quería más decepciones, estaba casando de ellas.

- Se supone que este es mi trabajo. - Por supuesto que no obtuvo respuesta, no quería una de cualquier forma.

La madera bajo sus dedos solo servía de recordatorio de que no debía de estar allí. No era bienvenido, pero por alguna razón abrir la puerta de esta oficina era casi nostálgico. Sin llave y sin claves, cualquiera diría que fue magia en lugar de cierto conjunto de movimientos de mano. Tal vez podría considerarlo magia.

Sin pensarlo mucho, abrió las cortinas y la luz de la luna lo saludo casi como una vieja amiga. Si tan solo supiera lo que en verdad era eso, no lo consideraría un sueño lejano.

La amistad era un sueño para él, al menos una verdadera. La verdad es que todo era interés, nada más y nada menos. Si no había nada que ofrecer, entonces no había nada allí. ¿Y que podía ofrecer alguien quién nunca podía hacer nada bien?

No es que nada de eso lo afectará ahora, hace mucho que había aceptado esa realidad y aunque no se consideraba a sí mismo un inútil, porque no había forma ni manera de que un inútil hubiera sobrevivido tanto tiempo incluso con un poco de ayuda, su mentalidad no iba a cambiar solo porque un grupo de personas de la nada lo consideraba... lo que sea que lo consideraban. Algo querían, nada más y nada menos. Al menos Takeshi era fácil de leer, era lo único que agradecía.

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora