- ¿Y te vas a dejar matar otra vez Dai-chan? – Esto fue lo que escucho Hibari al llegar. Justo a tiempo para ver a su hijo fruncir el ceño y la pantalla decir “You are dead”. - ¿Quién es un amor?, ¿quién es?, ¿quién es?
- ¡Yo! – Salió a coro. ¿Por qué no le sorprendía esto a Hibari?
Sin decir nada, entro a la habitación y se sentó justo detrás. No había otro lugar, Tsunayoshi estaba con las manos llenas con Rukia e Inari. No era que los gemelos y su hijo no lo tuvieran ocupado, pero se turnaban. Por un rato se limitó solo a observar, recordando todas las veces en donde había encontrado a Tsunayoshi hablándole o cambiándole el pañal a su bebé. Era muy similar.
Los dejo ser por un rato antes de acercarse y posar su mano en el hombro de quien sería su jefe algún día. Ojos chocolate algo oscuros dieron con los suyos, y por ello:
- Vamos afuera. – Usualmente no diría nada, no hacía falta, pero no podía esperar tal cosa de su jefe de hace 10 años.
- Pero pa-
- No son los únicos que quieren pasar un rato con él, pero en cualquier momento se ira. – Les recordó a todos los chiquillos algo que deberían de recordar, pero era fácil de olvidar porque rara vez habían pasado por esto. – Estoy seguro de que Tsunayoshi vendrá a jugar más tarde, nuestro Tsunayoshi. – Pasaba cada vez que podían. No sabía que Tsunayoshi, cualquiera de sus personalidades, podía ser tan diferente con niños involucrados. - ¿Vamos?
Fue más sencillo de lo que espero, no más fácil. La caminata fue en silencio, extrañamente. No se quejaría, no era el mejor para una conversación, pero no era normal que Tsunayoshi fuera tan silencioso. Ni siquiera había nervios, o la pregunta de si había hecho algo mal o si acaso estaba molesto. Nada.
- ¡Tsuna-nii! – Fue el primero en verlo y el primero en “atacar”.
Ninguno hizo nada. A lo mucho solo se miraron. Lambo no la había tenido fácil con la personalidad adulta de su hermano mayor. Casi nadie, honestamente. La personalidad más joven no era muy diferente, por desgracia.
- Tsuna-nii, que gusto verte. – No se hable de Fuuta, quien prácticamente recibía lo mismo de ambas personalidades.
Ninguno quería saber nada, uno porque no le importaba, para él lo que paso ya había pasado y no valía la pena darle importancia, y el otro porque de seguro le daba rabia que vinieran a justificarse ahora. No es que pudieran, nada podía justificar lo que ocurrió. Aun así, ¿no era normal de un muchacho quererle contar como le había ido en la universidad y por qué no había regresado a casa?, había adelantado todo lo posible sus estudios.
Ambas personalidades, en especial la adulta, tenían la mala cualidad de recordar cosas o acusar algo como un simple comentario, sarcástico o no. Uno lo hacía con toda intención, o eso creía, y el otro ni siquiera lo planeaba, accidentes supuestamente. Fuera como fuera, era difícil estar con su Tsunayoshi incluso sin eso.
- Ha pasado mucho tiempo, Tsuna-nii. – I-pin era a quien le había ido mejor. Y solo porque pasaba más tiempo en silencio que hablando, disfrutando la compañía de ese modo.
Estar con Tsunayoshi era como tener a un gato arisco en manos. La mitad del tiempo no pasa nada. La otra mitad saldrías con una mordida o un rasguño sin razón aparente. Era como si-
- ¿No deberían estar en la escuela? – Tsunayoshi podría haber solo anunciado que era un día caluroso. - ¿Y tú en la universidad? – De lo más natural, casual.
Fue un golpe en la quijada para los tres jóvenes. Un golpe en el estómago para los demás. Una completa sorpresa en general, porque ni siquiera busco corresponder los abrazos o las buenas caras. Tampoco era algo que diría Tsunayoshi hace una década, era muy amable para eso. Hace unos años aún era muy amable para tal cosa. Todo había cambiado cuando volvieron, y todo por culpa de un asesino que estaba más que molesto e irritado. Ni el mismo asesino se salvaba de ser rasguñado por aquel que lo consideraba un padre.
ESTÁS LEYENDO
Family of the Past
FanficUna muerte, una sola muerte para salvar a su familia provoco la destrucción de su vida por así decirlo, aún así, no se arrepentía de lo sucedido. No obstante, un deseo cambio todo...