Capítulo 80

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-... es?, ¿quién es? - Si los mapaches pudieran hablar, de seguro estarían diciendo: "¡yo!".

Le daba dolor y también le daba alivio ver a Tsu malcriar tanto a esos animales. Ninguno le tenía miedo, más bien se peleaban entre sí solo por ser el centro de atención. Y Tsu los complacía. Los mapaches no necesitaban hablar para que Tsu los entendiera, probablemente ninguno de los animales…

- No lo molestes. - Atajo sin mirar al sentir una nueva presencia. Lo último que necesitaban era molestar de verdad a Tsu cuando por fin andaba de muy buen humor.

Justo en ese momento los dichosos mapaches se emocionaron mucho ante las llamas que habían pedido otra vez. No sabía cuántas bolitas de hielo Tsu les había dado hasta ahora, a esos animales sin duda les gustaba los objetos brillantes o simplemente amaban el aura o la sensación que desprendían esas esferas… ¿Por qué decía eso?, porque las casas de ellos tenían varias esferas, puestas en sitios claves y cada nueva esfera que le quitaban iba para la casa. Y luego estaban los que se peleaban por ver quién se quedaba con ellas cuando Tsu no estaba mirando.

- ¿Esta área no estaba terminantemente prohibida? – Suspiro para sus adentros, pero asintió de todos modos.

Podía entender porque Tsu quería venir aquí ahora. Si el Tsu de 14 años se derretía con los gatos y los perros y los consejos, luego del miedo inicial claro, este Tsu actuaba como un niño con su amada mascota. Señor, no sabía cómo Natsu había permitido esto. Debía de estar sumamente celoso el cachorro de león. Muy, muy celoso.

- Solo míralo. – Era completamente diferente al Tsu que los insultaba de arriba abajo sin un pelo de arrepentimiento. – Alguien toca a esos animales y será peor que Hibari cuando lo despiertan por una tontería. – Y Hibari era sanguinario por naturaleza. Tsu… lo estaba comenzando a reconsiderar, honestamente.

-... se me portan bien, ¿sí? - Y los condenados mapaches le asintieron rápidamente, ojos grandes y brillantes. - No quiero oír nada de robo de ropa interior, ¿me oyeron chicos? - Espera, ¿había oído bien? - Por más divertido que sea ver a la gente correr y gritar, no les enseñe abrir cerraduras y a pasar desapercibido para robar pantis. – Regaño como si tratara con niños traviesos, a sabiendas de que igual iban a seguir haciéndolo.

De repente las quejas de la desaparición de joyas, cosas brillantes y extrañamente llaves tenía explicación. Los condenados mapaches estaban más que asegurados, así los atraparan con las manos en la masa. Nadie, en su sano juicio al menos, los tocaría. 

En serio, ¿en qué momento Tsu había creado todo este lugar y recolectado tantos animales?, y sin levantar mucho los rumores. Suponía que fue ayudado por el hecho que la gente en general estaba más interesada en otros asuntos (en Tsu como tal) que en algo como una bendita reserva… 

-... tanto quieres que me quede? - ¿Y ahora que diantres estaban haciendo los condenados mapaches?

¿Para qué miro Dios?, ¿para qué miro?, ahora tenía dinero. Dinero. ¿A quién habrían robado…?

- No hace falta. - ¿No debería de siquiera preocuparse de los pobres diablos sin cartera? - No deberían jugar tanto al póker. - ¿Póker? - Por ustedes lo hago gratis~ - Claro. Ignoremos por completos a los pobres desgraciados que fueron robados o se pusieron a jugar póker con un mapache pensando, erróneamente, que sería dinero fácil.

¿Es que la gente de verdad creía que los animales no eran picaros también?, los mapaches venían con antifaz incluido. Ni siquiera hay que señalar al dueño, quien al jugar ya ganaba y no había tomado ni una carta. Así perdiera la partida, Tsu ganaba el juego antes de empezar. Era… exasperante.

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