Capítulo 77

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- No vengas a decirme que ese fue tu primer beso. – Estaba bastante seguro que enrojeció como un tomate ante la queja de papá. 

No respondió, no se atrevía. Ni siquiera podía mirar a alguien a la cara aún. Se sentía avergonzado, inseguro, confundido, aprehensivo… ¡era un solo revoltijo!, ¿cómo se supone que debía de tomar lo que sea que fue eso?

Kyoko, o al menos esa Kyoko, estaba felizmente casada con Hibiki. Un buen hombre, un tanto bromista, amable, carismático, divertido… en general, una buena persona, una con la que era fácil llevarse bien. Si no mal recordaba, era chef. Si no mal recordaba. Tres años era mucho tiempo. El suficiente tiempo como para un bebé en camino y quizás un niño o dos por allí. Era feliz, ambos eran felices…

Así que si alguien pudiera explicarle qué demonios se perdió para ser atacado de esa forma, se lo agradecería mucho. 

De todas las cosas que espero que pasara no era que Lambo igual quisiera usar la bazuca cuando lo dejo en el suelo por un momento y que se le cayera y ni siquiera quería pensar en cómo rayos le cayó a Kyoko. No se lo espero, así que quedo de piedra, no ayudo ver la barriga ni el traje.

Por Dios, le quedaba hermoso, incluso con la barriga. No necesitaba más que un vistazo para saber que tuvo que haber salido de su hermano, porque su esposo no tenía tanto ingreso y ella tampoco como para comprar algo tan caro. Esperaba que le hubieran dicho que tuviera cuidado con ese traje, se podría llevar una mala sorpresa si lo usaba para cualquier evento. En fin, en verdad no era su problema y nunca lo fue.

Nada de eso era el problema, incluso si era chocante y no se lo espero. No. Como hombre jamás había sido acorralado por una mujer de esa forma. No es que no lo hubieran intentado, aunque fue solo un par. Usualmente eran hombres, para intimidarlo, asustarlo, o simplemente incomodarlo hasta no más poder considerando algo que no iba a ocurrir. Quiera decir que solo era cuando se hacía pasar por una dama, pero no. 

Manos en lugares indeseados, labios también, pero nunca en verdad había sido un problema. No como tal. Eso no quería decir que nunca le dio pánico, al contrario mas bien. A veces odiaba ser una figura importante, atraía a mucha gente por poder o dinero, no por otra cosa. De cualquier forma, a esa gente no temía darles un parado un tanto… violento si lo ameritaba. En eso no había problema. No señor. 

Era un asunto muy distinto cuando la persona en cuestión era alguien de su familia, era una chica y de paso tenía un bebé en el vientre. ¿Que se suponía que debía hacer?, ¡y todo fue tan repentino!, ¡y sin razón!

Quisiera decir que fue porque había soñado con algo así alguna vez, pero no era cierto y la verdad fue que le entro tanto pánico como incertidumbre. No iba a negar que tenía sueños… pasados de la raya, todos lo tenían alguna vez, pero nada así. No con Kyoko al menos. Siempre la vio muy dulce, así que eso, no solo por lo que era, no se lo imagino. Fue, en cierto modo, agresivo. Esto sería motivo de confusión y vergüenza por un buen tiempo…

No lo entendía. Ella era feliz con Hibiki. No había planeado la boda y los preparativos y todo lo demás si no fuera así. Y lo habían hecho asistir. Así que, a falta de una expresión mejor, recordaba muy bien la felicidad de la pareja y de su familia en general ese día. Y la incomodidad y la leve tristeza que tuvo todo ese día. No había querido ir. No fue ni el primer ni el ultimo evento al cual, de una forma u otra, lo hicieron asistir. Tampoco fue la última boda a la que lo hicieron ir o se vio forzado a ir.

Así que, ¿por qué haría algo así?, no tenía motivo. Era feliz, tenía que ser feliz. No era amor, ni a golpes. No era porque lo considerara atractivo, eso era seguro. Las palabras tampoco tenían mucho sentido. ¿Volver a preguntar?, ¿preguntar qué?, ¿y para que darle un incentivo así?, no tenía sentido

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