Capítulo 67

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-… y así es como nos enteramos de que este idiota se extravió en Londres cuando debía de estar en el cumpleaños de Kyoko. – Culmino el relato un hombre que, ahora que lo conocía mejor, le daba risa muchas cosas de lo que decía. Tenía un talento natural en hacer las cosas chistosas. Esto no era la excepción.

- ¿En serio terminaste confundiendo Japón con Londres? – El boxeador solo miro a otro lado con vergüenza, cosa que solo lo hizo reír mas. 

- ¡Los aviones eran iguales al extremo! – Lo dudaba mucho. 

- ¿Por qué no agarraste un avión privado y ya? – Era más fácil y más práctico, y no era como si se lo hubieran negado.

Ante esta pregunta todo quedo en silencio, uno algo incómodo. Estaba odiando cada vez que pasaba esto…

- No iba a usar su puesto para tal cosa Tsu-kun. – Fue amable, pero aun así había algo en el tono o en las palabras que le decía que Kyoko-chan no estaba feliz por explicar eso. 

- ¿Por qué no? – En este punto tenían que odiarlo por matar la diversión con esta clase de preguntas y comentarios: - Familia es familia, se entiende. – Si se hubiera tomado un mes o más para garantizar la seguridad y la discreción y todo eso… en realidad, no dejaría al boxeador por su cuenta. Punto y fin.

- La cosa es, Tsunayos-

- Tsuna. - ¿Cuántas veces iba a decirle?, rayos.

- Tsunayoshi. – Rodo los ojos. Si quería seguir insistiendo… - La cosa es que Rhyonei no iba, no va, a poder usar tal cosa bajo buena conciencia. Tu siempre arreglaste esas cosas, el comprensivo, el que no se aparecía e igual arreglaba todo. – Todavía no tenía sentido.

- Sigue siendo estúpido. – Como muchas otras cosas, pero esta vez no se lo iba a callar.

Alguien se ahogó con agua y dos personas lo miraron como si temieran que los fuera a insultar. Aun no, esperaba. Solo estaba confundido sobre como podían hacer algo así con algo que… ¡ugh!

- Es su hermana, su única hermana, es perfectamente entendible y nadie iba a decirle nada por su cargo, ¿no es así? – Sin esperar respuesta: - No me hablen de buena conciencia cuando toditos son maestros en hacerme la vida un dolor de cabeza, aparentemente. – Después de todo: - Que usara un jet privado no iba a siquiera ser algo importante. Cielos. Lo más probable es que ni siquiera le fuera a parar metra… - No sabía porque, pero estaba seguro de ese hecho. – No sé, a veces solo le meten al bruto. ¿No pudo darte cosa destruir todo o noquear gente que no debías?, eso sí que da problemas y dolores de cabeza… - Es que solo con pensarlo le daba dolor de cabeza. 

Se llevó otro trozo de pastel de chocolate y se preguntó cómo rayos un pastel de chocolate podía saber tan bien. El café también era excelente. Podía mal acostumbrarse a estas cosas sin problemas. Podía-

- ¡Jajajajajaja! - ¿Y ahora que le había dado a este hombre cielos? - ¡Te lo hemos dicho desde el principio!, ¡jajajaja!

- Okey, ¿cuál es el chiste? – No le veía la gracia, pero la risa era infecciosa.

Algo peludito se le paso por las piernas en ese momento. Ah, era un gato. ¿Cómo se llamaría este?, era uno con la cara plana y rubio. Era lindo. Veamos… 

- ¿Tigrito? – No sabía si reír o no con el nombre que tenía en el collar. – Te queda bien. – El gato le maulló y se acurruco a su lado cuando lo dejo en el suelo. Pequeño con buen salto. - ¿Desde cuándo tenemos un zoológico? – Alguien se ahogó y otro se rio. Tigrito solo ronroneo contento en su sitio, siendo rascado detrás del cuello. – No es que me moleste… 

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora