Capítulo 82

461 56 11
                                    

Si alguien le hubiera dicho que el "amiguito" que Tsuna comentó que iba a visitar hace como 15 minutos no era Dino, ni Emma, ni Romario, ni… un humano en todo caso, le habría dado las gracias y no se hubiera llevado la mala sorpresa de ver a un cocodrilo escalar, menear la cola y ponerse panza arriba, pidiendo caricias como si se tratara de un perro. Ignorando por completo, por supuesto, que hace tan solo unos minutos atrás había estado… “acosando” su cena.

Y hablando de su cena… la pobre estaba llorando a mares. Algo acerca de hermanito travieso que era demasiado similar a Reborn para ser saludable. La verdad, solo temía que Tsuna quisiera llevárselo a casa. Eso no iba a terminar bien. Tal vez debería de preocuparse más sobre Gokudera, quien luego del infarto colectivo había pasado a “maravillarse” de las habilidades, talentos… eh, no sabía y no presto tanta atención. Era difícil hacerlo cuando veías a alguien tratar a un cocodrilo como si fuera solo un perrito que se había portado bien, ignorando por completo a la gente traumatizada y al pánico general.

- ¿Puedo preguntarte como paso esto? – Porque el Tsuna que recordaba hubiera salido corriendo en lágrimas, pánico total, o se hubiera desmayado. Ya solo con la broma hubiera bastado. – No sabía que eras fan de los cocodrilos. 

Sabiamente conservo su distancia. Estaba casi seguro de que el buen comportamiento, el extraño comportamiento, solo era con Tsuna y no quería ser mordido y mucho menos explicarle a Tsuna que solo se estaba defendiendo y por eso lastimo a su… ¿mascota?, como sea. No iba a terminar bien. 

- No fui yo. – Dijo alguien nuevo, apareciendo en una plataforma salida mágicamente de la pared. – No, en serio, no fui yo. – Agrego ante las miradas láser de Dino y todo su personal, y Emma también. Y Gokudera. En realidad, todos menos él, el cocodrilo, y Tsuna. – Agradece que solo a ese le enseño a escalar. – Esto fue dicho a Dino, una pizca de lo que parecía ser picardía detrás de las palabras.

Claro, dales un infarto, dales una razón para ir al hospital o tener que cargarlos, pensó para sí imaginándose a Tsuna con muy mala cara y un ánimo de horrores más tarde. 

- No lo sé. – Era muy difícil creer tal cosa, en especial cuando la persona en cuestión estaba malcriando a un cocodrilo gigante como si no fuera nada del otro mundo. – Luego del montón de perros que dejé porque no tuve el corazón de poner a dormir cuando Hayato termino con sus remodelaciones en el sistema de seguridad, vinieron los animalitos extraviados, y allí escalo y escalo y escalo… - Una pausa, y la expresión inconfundible que indicaba que estaba buscando duramente en su memoria. – Los animales salvajes no recuerdo exactamente como comenzó…

Animales salvajes. Acababa de decir animales salvajes. 

- Ma ma, creo que oí mal… - Animales salvajes. El cocodrilo que estaba viendo derretirse entre las manos de Tsuna era solo una muestra, ¿no es así? - ¿Dijiste animales salvajes?, ¿en plural? - ¿Como mascotas?

- Es difícil de creer de un chico que sale corriendo y gritando por un chihuahua. – Hizo una mueca simpática ante la cara agria de Tsuna al oír esto, como si se hubiera chupado un limón. 

- Si me van a morder claro que voy a salir corriendo. – Un resoplido de enfado, y: - No van a morderme ni nada, son unos buenos chicos papá. – Gracias a este lindo e inofensivo comentario, noto los otros cuatro cocodrilos tratando de tumbar la cerca en donde estaban encerrados. 

- A ti. – Obviamente. Eso quedo más que claro. - ¿Vas a decir que coleccionas animales exóticos?, mira que hobbies… 

- Es más sano que lo que hacen muchos de ustedes, pero no. – Un ladeo de cabeza. – No lo consideraría así, al menos.

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora