Extra 3: Joker, la hiena.

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- Mira que tener que venir hasta África por perseguir a esta gente… - Murmuro para sí, molesto. Le darían mucho papeleo solo por esto. No era como si le importara realmente.

Cuando les pusiera las manos encima no sabía si los ahorcaría o los mataría de inmediato por todo el desastre que habían hecho estos cobardes de pacotilla…

- ¿Uh? – Pestañeo ante las risas tan raras… - Dicen que al que averigua lo matan primero… - Murmuro para sí, ignorando lo mejor posible esas risas que tenían algo que lo inquietaban y no en el buen sentido.

Siguiendo en el rumbo que iba, el sonido solo se hizo más fuerte y más inquietante al punto de no poder ignorarlo más. Su híper intuición simplemente le gritaba que había algo mal con esas risas. Por ello, las siguió con el mayor cuidado posible porque no sabía que estaba mal con ellas. Y también estaba solo. Nada nuevo. Más bien había salido, aunque solo era… un favor, nada más. 

- Oh… - Le dio dolor solo ver la fuente. – Te duele, ¿no es así amigo? – No eran risas, el pobre animal estaba sufriendo. No debía ser el único si esta jaula decía algo… - Tranquilo, voy a sacarte, solo se paciente, ¿sí? – No veía a nadie cerca. Mucho mejor así.

Habían cerrado mal la puerta de la jaula. Quizás fue con toda intención. Podía ver los dedos de las patas delanteras del pobre animal por fuera de la puerta de la jaula. La habían cerrado sobre sus pies. 

- A ver… - Aquí estaba la palanca. – Dame un momento… - Las risas aumentaron por un par de segundos y luego bajaron mucho de tono.

Hizo una mueca al ver las pobres patas. El animal, una hiena, le enseño los dientes al acercarse. No le hizo caso, ni siquiera se molestó ante la mordida o la fuerza del animal. En su lugar solo concentro sus llamas en una mano y la acerco a una de esas patas. Sintió lástima, porque esas patas probablemente jamás volverían a su forma original y quizás la hiena ya no podría moverse bien en ellas de ahora en adelante. Eso solo significa que volver a la vida que tenía en la naturaleza era una sentencia de muerte por culpa de unos desgraciados que solo querían… ¿qué querían?, ¿la piel?, ¿vender la hiena viva?, no importaba.

- Esta bien. – Entendía la mirada, las lamidas y el encogimiento en el sitio del animal. No pasaba nada, entendía una disculpa cuando la veía. - ¿Ves?, nada paso. – Curo la mordida en poco tiempo, cosa que hizo que el animal se le “riera”, pero ya no era un sonido inquietante. – Perdona, pero no puedo curar del todo tus patas. – Deformes, imposible de… no, era mejor no pensar en eso. – Arriba, anda, arriba, puedes irte. – Aunque tenía que decir: - Prueba caminar, correr. No sé si puedas volver a hacerlo como antes, así que será mejor que pruebes ahora. – No es como si el animal pudiera entender.

No había nada más en la jaula. Eso era bueno. La cerro con cuidado y decidió mirar. Si había uno, debían de haber más. No se equivocó, por desgracia.

- Aléjense de la puerta. – Golpeo un poco dicha puerta para que hicieran caso. No quería lastimarlos por accidente.

Leones, un par de leopardos, una jirafa. Un elefante… en realidad, varios. Solo que solo uno estaba vivo. Los demás no tenían cuernos y los habían dejado a un lado, fuera de jaulas. Suponía que había llegado a tiempo, porque este aún estaba vivo, solo con tranquilizantes. Era uno muy pequeño, quizás lo agarraron por error, o iban a hacer otra cosa con él. No iba a sobrevivir por su cuenta, eso era seguro.

- Hey, tranquilo. – Era mucho pedir, lo sabía. – Tranquilo. – Usar sus llamas de esta forma era hacer trampa, pero estaban hablando de un elefante. – Tranquilo, ya todo está bien… - Sin padres y sin una manada… no iba a sobrevivir. – Me hare cargo, ¿sí? – No podía prometerle volver a casa porque ni idea de donde era, y no sabía cómo sería con una manada aleatoria. No es que tuviera tiempo de buscar una. Un zoológico sonaba a una buena idea justo ahora. – Vamos, sígueme, vamos… - Era lo suficientemente pequeño para tener solo unos centímetros más que él.

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora