Capítulo 89

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- ¿No piensas llevarla contigo? – Estaba de broma, ¿verdad?

Hace tan solo unos minutos andaban besándose justo en frente de él. Eran pareja, ¿no?

- Ella no puede ir conmigo. – Patrañas. – Al menos no aún. Se bueno con ella, ¿sí? – Sin esperar respuesta, les sonrió a ambos antes de decir: - Nos vemos luego.

Una vez que la puerta se cerró, la buena cara cayo. Una pantera recibió sus últimos mimos, su último beso en la frente, y quedo sola. A sabiendas de que su dueño no iba a volver por ella, Reborn salto a la silla y espero pacientemente.

En su habitación, fuera de la vista, una chica jadeante tomo el papel que le habían dado y lo abrió. Lo único que allí había era un mapa dibujado a mano, con unas coordenadas escritas. Ella sabía dónde quedaba eso, no era tan lejos. Se le era extraño que le hubiera dado algo así, pero no pensó mal. Después de todo, quizás era solo un punto de encuentro.

El Décimo ya no iba estar aquí, no iba a quedarse, y solo Dios sabría a donde iba a ir. No podía renunciar, no así, era un buen trabajo... Xanxus, el nuevo jefe, debería de entender. Tenía que ir a ver. No espero para hacerlo, salió tal y como estaba.

Pidió prestado un auto, no era muy lejos, pero a pie llegaría en horas. Una mentira blanca aquí y allá y no pasaría nada. Además, tampoco quería estar en la mansión cuando las noticias se esparcieran. Iba a haber caos.

Tsunayoshi tiro una bomba, Vongola puede que no vuelva a ser la misma después de esto. No entendía, ¿por qué no podía conseguir nuevos guardianes o posponer las cosas a ver si podía enmendar la relación?, sabía que el lazo entre los guardianes era importante, ¿pero renunciar por ello?

Muchas cosas que le dijo Tsunayoshi hoy no tenían sentido, pero Tsunayoshi no era de mentir. Nunca fue de mentir, y no con algo así. Ni siquiera quería saber cómo iba a reaccionar el resto del mundo cuando vieran a Xanxus y no a Tsunayoshi con el anillo, o en las reuniones. Nada iba a estar bien, eso era seguro.

El anillo extraño en su dedo, el otro regalo de Tsunayoshi, comenzó a hervir. Tuvo que detener el carro, justo a tiempo para que ese anillo produjera llamas del cielo y quedo ciega por unos segundos.

- Gao. – Eso, eso fue lo que la saludo.

Un león, tenía un león en el asiento del copiloto. Su terror bajo notablemente al notar que la melena de este león estaba formada llamas, llamas del cielo, y tenía una especie de casco. Parecía mirarla con gran detenimiento, con más inteligencia que un simple animal.

- ¿Natsu? – Jamás lo había visto tan enorme. ¿No se supone que era un cachorrito?

- Gao. – Le asintió, el león le asintió.

Bajo la cabeza contra sus piernas y la miro de una forma muy extraña. Estaba ronroneando, bajo, pero lo estaba. Más que esto, el solo hecho de que este león era Natsu le hacía un nudo en el estómago. ¿La razón?, era muy raro ver a Natsu apartado de su amo, casi siempre estaba juntos. Tsunayoshi no daría a Natsu a nadie sin una buena razón.

¿Entonces por qué tenía a Natsu con ella?, ¿por qué le había dado a Natsu?, esto no tenía sentido...

- Hey, pronto veremos a tu amo, estoy segura de que solo estarás conmigo un rato. – El león la miro con algo similar a lastima, pero de resto no se movió.

El resto del camino fue así. Por más que trato de animar al león, no funciono. Su mente, por supuesto, aún seguía buscando alguna respuesta al porque Tsunayoshi le daría a Natsu, sin decirle de paso. Solo le pidió que lo cuidara mucho. Pero solo pensó que era un anillo, alguna clase de promesa silenciosa. Tsunayoshi solía hacer ese tipo de cosas...

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