Capítulo Extra

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-... necesario, ¿cierto? – El hombre de negro a su lado solo resoplo como respuesta a su pregunta.

Definitivamente este era el hombre más terco que hubiera conocido en su vida. Era exasperante de muchas formas. Era imposible molestarse con él por mucho tiempo, solo lo hacía por bien. Acaricio lentamente el anillo en su mano izquierda, sonriendo un poco. No era el único terco con el que tenía que lidiar diariamente.

- ¿Bianchi está bien con esto? – Era un vano intento de que la dejara en paz.

- No está muy lejos. – Fue la respuesta tranquila. – Es una ciudad peligrosa, no sé de dónde has sacado la idea de venir. – Por supuesto: - ¿Y por solo vino?

Entonces Rukia debía de estar con mamá. Los tres rara vez se separaban. Una de las excepciones era ella. Era una especia de habito ahora, la forma en la que chequeaban como estaba y no poder escapar de su radar cuando venía a estos pequeños viajes. Innecesario, pensó para si con una sonrisa mientras recordaba al anillo que tenía en la mano izquierda.

- No es cualquier vino. – Eso lo hubiera pedido por parte de los que traían las provisiones en la mansión.

- Vino es vino, Akane. – Quizás, pero esa no era la razón por la que estaba aquí.

No hubo más palabras hasta que llego a la bodega. La dejaron pasar, la persona detrás de ella era suficiente señal de que no hicieran preguntas ni nada estúpido. No tardo en encontrar lo que buscaba entre todas las botellas en exhibición.

Su acompañante arqueo una ceja, sin decir nada, ante la botella que tomo. Era cualquier cosa, diría el asesino. Cualquiera diría eso, porque no sabían la verdadera razón del porque venía personalmente a buscar una simple botella de vino.

- Era uno de sus favoritos. – Dio como explicación, y por cómo se tensó sabía que no hacía falta aclarar nada. – Cuando estaba de muy buen humor y solo quería hablar, pedía este. Tomaba una copa o dos e invitaba. – No era precisamente una bebida popular. En especial porque era rosa y muy suave. Ligero. - ¿Por qué no lo pruebas?

Era un dato no conocido. Rara vez soltaba algo que fuera desconocido para el asesino que la acompañaba. Cuando pasaba, siempre había silencio y un sombrero ocultando sus ojos. Fuera como fuera, esta persona se había desmoronado en cuanto se enteró. Quizás... quizás fue la persona que más se negó a aceptar la verdad. No era de extrañar la razón, ya no.

- Este era su preferido si estaba muy molesto y solo quería olvidar. – Tomo un vino de un color rojo oscuro. – No le gustaba, creo lo hacía apropósito. – Más de una vez tuvo que quitárselo y distraerlo con otra cosa. - No pasaba mucho, por fortuna.

El asesino no respondió, observando y tomando cada palabra con más atención de lo que debería. Por ello, siguió:

- Este era para ocasiones especiales, supuestamente uno que tomo de ti sin permiso. – Uno blanco. Lo irónico era: - Nunca lo termino, creo que quería tomarlo contigo. – Era una suposición, no estaba seguro. – Este era para cuando estaba triste, solo tomaba una copa a lo mucho...

Siguió un poco más, resumiéndole el repertorio de vinos que su hijo solía elegir, en que momentos, porque, y que tanto. No tomaba mucho en general, nunca lo dejaban y temía emborracharse y hacer una locura. Si alguna vez lo hizo, no lo vio. Cuando quería desaparecer, solía hacerlo bien.

- Creí que te gustaría saber. – De hecho: - Esta parada es para ti. – Ella venia por algo muy distinto, pero podía esperar.

No se equivocó. Reborn tomo cada una de esas botellas y las mando a llevar a Vongola bajo estrictas ordenes de que llegaran en perfecto estado, y que nadie tocara. Ante la mirada exigente que le dieron justo después, confeso:

Family of the PastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora