Mardi Grass || TERMINADA || +18

Capítulo 81

[ Red ]

Hoy es el día del funeral de Sugar.

¿Entienden esas palabras? En mi vida fui a un funeral. En mi vida vi enterrar a un cuerpo. ¿Y hoy, justo hoy tengo que ver cómo entierran a la persona a quien le juré que jamás iba a hacerle eso? ¿Acaso algo de esto tiene un poco de sentido?

Frente al espejo miro mi reflejo. Observo mis marcas, mis golpes. Intento mirar más allá. Más allá de las cicatrices, más allá de mis ojos, más allá de mis pensamientos.

Ella viene a mi mente, otra vez.

"Las amo Red y..."

Cuatro palabras Sugar, con tan solo cuatro palabras me dejaste.

Las amo Red y... ¿Y qué? ¿Qué quisiste decir? ¿Las amo Red y te perdono? ¿Las amo Red y cuídalas?

Una infinidad de opciones puede haber seguido luego de esas palabras.

¿Y perdónate? ¿Y no llores? ¿Y no me olvides? O tal vez podría ser: y no seas tan idiota, o tan agresiva. Y enamorate. Y viaja. Y olvídame. Y duerme mucho. Y deja la porquería.

¿Alguna tendría sentido?

Las amo Red y prometo que estaré bien...

Las amo Red y...

Maldita Sugar, hasta en la misma muerte me seguiste desafiando.

Le encantaba hacerlo, le encantaba hacerme enojar, pero a pesar de ser un poco dispersa, alocada, hueca y muy pero muy cariñosa, en muchas otras ocasiones era bastante inteligente. Podríamos decir que cuando quería... Tenía una picardía y una mente demasiado traviesa.

"Debes aprender a perdonar a los demás y a perdonarte a ti misma"

Esas fueron sus palabras la noche en la que lo arruiné todo, como si la muy jodida supiera que estaba por sucederle.

Ese vestido negro le quedaba hermoso, su sonrisa brillaba más que nunca.

─¿Necesitas ayuda con eso? ─la voz de Black vuelve a traerme a la realidad.

A través del espejo veo su reflejo. Su cuerpo está detrás de mí. En silencio lo observo, no sé qué me preguntó, no estaba aquí escuchándolo, sólo puedo pensar en su vestido negro.

─¿Red? ─insiste.

─Nunca te agradecí por comprar su regalo de cumpleaños ─digo, ignorando cualquier tipo de pregunta que haya hecho anteriormente. Un poco sorprendido no reacciona─. ─El vestido era hermoso y le quedaba perfecto.

Mis ojos bajan a mis manos que sostienen la férula de mi hombro.

Siento sus pasos acercarse a mí.

─Estoy seguro que sí─. Sus manos rozan con las mías quitando lo que sostenía. ─¿Te ayudo? ─pregunta, levantando la férula con sus manos.

─Oh no. Eso sí que no me pondré.

─Debes inmovilizarlo por más días.

─Voy a mantenerlo quieto, pero eso no.

Sus ojos serios se clavan en mí. Hoy están más oscuros que de costumbre. Grises, opacos, apagados.

¿Sucede algo?

─No te creo.

─Lo juro, no lo moveré prácticamente.

─Cómo quieras ─cede de mala gana.

¿Está un poco nervioso o seré yo la que está demasiado paranoica?

─Red, escucha. Tengo algo que decirte.