Capítulo 54

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[ Zane ]

La noche transcurría normalmente. Ya habíamos cenado y Red se había encargado de lavar lo que usamos. También ya había salido a fumar, cómo lo hacía todas las noches, y yo me había cambiado para empezar a pintar un cuadro. Lo que sigue luego es muy predecible: Ella entraría de nuevo, tomaría una copa y la llenaría con vino, me ofrecería una y yo diría que no, y luego se recostaría en el sofá a leer o unas revistas o un libro.

En teoría eso debería haber ocurrido, pero los malditos de la empresa de luz no quisieron que ocurriera.

Un apagón se produjo en toda la cuadra.

Tomé mi teléfono y encendí la linterna. Alumbré y fui hasta la caja eléctrica para ver si no había saltado alguna llave de luz, pero todo estaba en orden.

─Definitivamente es algo externo ─confirmo al caminar hasta la ventana y ver que toda la cuadra está en completa oscuridad─. Buscaré a Red antes de que se estrelle con algo en el camino.

Volteo decidido, cuando su rostro de repente se ilumina a mi lado deteniendo por completo a mi corazón.

─¡BU! ─grita fingiendo ser un fantasma.

Con la mano en mi pecho tomo un fuerte respiro antes de desmayarme ahí mismo.

─¿Quieres infartarme mujer? ─su risa malvada resuena en la silenciosa casa─ ¡Por dios! ¿En qué momento llegaste?

─Perdón, pero era la oportunidad perfecta, y tu cara fue LO MEJOR.

─JA JA ─río sarcásticamente recuperando el aliento.

─Y entonces... ¿qué pasó?

─No lo sé, al parecer fue un apagón.

─Mmm... Oscuridad ─murmura provocativamente, mientras toma mi remera y me obliga a pegar mi cuerpo con el suyo.

─¿Ya te imaginaste cosas pervertidas?

─Me conoces bien ─gime en mi oído, mientras baja por mi cuello dando pequeños besos─. Pero lo dejaremos para más tarde.

Y se aleja rápidamente.

─¿Más tarde? ¿Acaso tenemos algo que hacer ahora?

─Tengo una idea.

─A veces me das miedo ─digo al imaginar las frenéticas y alocadas ideas que pueden pasar por su mente.

─Deberías tenerlo ─juega con un tono "fantásmico"

─Bueno, pero espera. Recuerdo tener una luz de emergencia, iré a buscarla y luego haremos lo que se te ocurrió.

─Oh no. No necesitamos luz.

─¿Qué?

─Con el móvil es suficiente. ¿Puede ser que vi unas sillas plegables en el lavadero?

─Puede ser.

─Bien. Trae dos y te espero en la cocina.

No sé para qué necesitaríamos sillas plegables si tenemos sillas comunes aquí, pero de todos modos hago caso.

Cuando vuelvo a la cocina con lo que me pidió, ella está esperándome con un par de cervezas en la mano, una campera y su móvil en la otra.

─¿Listo? ─asiento con la cabeza─. Sígueme.

Cómo si no conociera mi propio hogar, me guía hasta la terraza vieja y abandonada.

─Aquí por favor ─ordena señalando el lugar dónde quiere sentarse. Sin entender nada sigo haciendo caso─. Y ahora esto ─arrastra un ladrillo grande que estaba junto a la pared. Lo coloca delante de su silla y vuelve a tomar asiento─. Ahora sí ─suspira y coloca sus pies sobre el ladrillo.

Mardi Grass || TERMINADA || +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora