Mardi Grass || TERMINADA || +18

Capítulo 35

[ Red ]

Me olvidé por completo del baile de hoy. Luego de que se fue Black, tomé un baño y vine directo al burdel. Tenía que practicar y armar algo nuevo.

Peige me preguntó si podía venir conmigo, quería aprender. Le dije que no tenía tiempo para enseñarle hoy, pero ella insistió con venir. Estuvo toda la tarde, haciéndome compañía, sacándome un par de sonrisas en medio de tanto estrés.

Las horas volaron, y de repente era momento de cambiarnos para comenzar nuestro turno.

–Será la primera vez que te vea en el escenario –ansiosa, observa lo que luzco hoy–. Estás muy hermosa, en serio.

–Lo más interesante viene debajo de ese hermoso vestido–. Destiny me saluda con un beso en la frente.

–¡Ey! ¡Vamos! Estamos tarde–. Escuchamos la voz de VIP desde abajo.

–¡Ahí vamos! –responde Destiny.

–¡Lo harás hermoso! –Peige da un saltito de emoción, y corriendo se retira detrás de Destiny.

Debo admitirlo; estoy nerviosa. No merendé como siempre, el día de hoy fue un caos y rompí mi rutina por completo. Nunca preparo mi baile el mismo día, y sé que no saldrá mal, pero tengo una sensación extraña. Siento que algo va mal, un presentimiento, o una corazonada. No sabría decirles qué, ni por qué.

Después de unos diez minutos de entrada, sé que es el turno de mi número. Elegí una canción que me enciende cómo ninguna otra, y me causa un poco de gracia, al irónicamente llevar mi apodo en su nombre; I see Red.

La música empieza a sonar, sé que es momento. Pongo en blanco mi cabeza, alejo todo tipo de pensamientos y preocupaciones, y me dirijo al escenario que está esperándome.

La música suena a mi alrededor y sé, como de costumbre, que tengo un millón de ojos clavados en mi espalda, pero aun así no sé porque hoy me cuesta concentrarme. 

Traigo a Black a mi mente, aquella noche en la playa cuando bailamos y nos divertimos. Recuerdo sus palabras, las repito imaginariamente en mi cabeza. 

"Sólo cierra los ojos y haz lo que te salga. Sólo tienes que sentirlo"

Y lo hago, cierro los ojos y disfruto la melodía. Respiro profundo despejando mis pesares, mientras doy una vuelta lenta alrededor del caño. La sensación de la brisa fresca y la arena en mis pies regresan a mí. Siento cómo mi pecho se abre dejando al fin entrar aire puro a mis pulmones. Dejo que mi corazón se guíe sólo y exclusivamente por la música y la coreografía.

En estos momentos sólo estoy bailando para mí, sólo estoy yo y nadie más.

Así, en esa bella tranquilidad y armonía, la canción se consume, los últimos segundos se asoman. Sé que va a terminar y eso significa que es momento de ir hasta el otro lado del salón.

 Es la peor parte, lidiar con los clientes.

Bajo las escaleras y camino de mesa en mesa, de vez en cuando hago paradas, un pequeño balanceo o baile sensual.

Movimientos que llaman billetes.

Siempre aprovecho el recorrido para ver quiénes están en el bar. El reojo sólo me permite ver a las personas de las mesas más cercanas y no más allá. También las luces que alumbran a mi dirección hacen de las suyas, cegándome de tal forma que nublan mi vista hacia el fondo del salón. 

Me percato de dos grandes invitados esta noche. Ambos sentados en las mesas de adelante, enfrentados el uno al otro. Cómo buena mujer precavida, sé que las cosas nunca terminan bien cuando se produce una pequeña reunión en el burdel. Además, creo saber el motivo de su reunión esta noche, por lo que con más razón me preparo para lo peor.