Capítulo 14

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[ Red ]

En la dirección que me dio estaciono con delicadeza la belleza que me robé hoy.

Su casa está a una distancia considerablemente lejos de mi departamento y de lo que es el Barrio Francés en sí, pero la zona es linda y tranquila por lo que puedo notar.

Observo a mi alrededor, me doy cuenta que nunca mencionó la enumeración de su casa, por lo que estoy sola en el azar de encontrar lo que yo consideraría como su hogar.

–¿Eso debo hacer? ¿Pensar cuál de estos enormes caserones podría pertenecer al chico de la cafetería? –histérica, abandono el vehículo pensando qué demonios hacer ahora.

Pero, como si fuera una divina señal del universo, una casa totalmente diferente respecto a las demás llama mi atención. La entrada sólo es una puerta de madera antigua, bellamente barnizada y mantenida en buen estado, rodeada de una pared alta, llena de ladrillitos marrones bien lustrados y brillosos.

Me gusta en verdad, y sobresale en la cuadra por ser tal vez la más reservada, pequeña o antigua. Generalmente, las demás son casas grandes. Algunas con un gran patio de entrada, otras totalmente cristalizadas. Algunas con varios pisos, y la de la esquina exactamente se asemeja bastante a un palacio.

–Debe ser distinta por algo ¿verdad? –me encojo de hombros mientras decidida me acerco hasta allí.

Mis puños golpean la madera. Nerviosa miro mis manos y juego con el llavero de sus llaves mientras espero a que alguien responda mi llamado.

Una Red totalmente distinta a la que estaba en la fiesta, a la que se atrevió a tomar el cuello de la camisa de este hombre y comenzar lo que fue nuestro corto, pero intenso encuentro.

Espero un par de minutos y vuelvo, pero nadie responde.

–Es muy probable que esté durmiendo considerando que después de tantas vueltas son las cinco de la madrugada –digo para mí misma, buscando motivos razonables para entender porque sigo de pie afuera de una posible opción errónea sin ser atendida– O puede ser que directamente esta no sea la casa correcta.

Vuelvo a tocar por última vez, ya pensando qué hacer si nadie responde del otro lado.

No entiendo muy bien porque, pero tengo la sensación de que esta casa es la correcta. Un presentimiento muy real.

Por el rabillo de la cerradura husmeo hacía dentro. Sólo puedo ver una luz blanca lejana.

–Podría gritar su nombre –pienso para mí misma– Tal vez algún vecino se percata de mi grito y me ayuda a saber dónde buscar.

Convencida de mi idea, intento llevarla a cabo, pero me doy otra vez con que no se ni su maldito nombre.

–Imbécil, ¿Qué quieres gritar? –me reprocho a mí misma.

De la impotencia ante la situación y la helada brisa que corre congelándome, mi mano sin control toma la perilla de la puerta y gira para acabar con esto de una vez, pero para mí enorme sorpresa, la madera cede abriéndome paso a la casa de un completo desconocido.

–Mierda –maldigo, y asustada retrocedo un paso hacia atrás– Esto fue una mala idea. Definitivamente fue una pésima idea –afirmo, con mis ojos abiertos en par en par, observando el espacio que se abrió entre la madera y el cuadro exterior.

¿Y ahora qué? Interesante pregunta...

Podría entrar, colgar las llaves de su auto y marcharme sin hacer ningún tipo de ruido.

–Jamás se enterará que estuve aquí hasta que sus ojos se topen con las llaves. No sabrá cuando, ni en qué momento –insisto segura de mis ideas, convencida de que es un buen plan.

Mardi Grass || TERMINADA || +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora