Capítulo 50

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[ Zane ]

–Red, ¿puedes tranquilizarte?

–Estoy tranquila.

–No, no lo estás. Vas fumando cuatro cigarros en menos de cinco minutos. Vas a ahogarte si sigues así.

Sus ojos suben hacía mí, asesinándome con la mirada.

–No digo más–. Levanto los brazos en forma de renuncia.

–¿Por qué demora tanto el idiota de Ryan? ¿Viene en burro acaso?

–Está en camino.

–Llámalo.

–Ya lo hice y no responde. Eso significa que está en camino Red.

Suspira y empieza a caminar en círculos.

Está nerviosa e intranquila claramente.

–Bambi... Es un apodo me imagino –digo, con las intenciones de matar el tiempo y de paso, distraerla.

–Sí–. Su respuesta es seca y cortante.

–¿Destiny?

–También.

–¿Todas tienen apodos?

Vuelve su mirada asesina.

–Estoy intentando matar el tiempo. Además, me intrigan esos apodos–. Intento justificarme antes de que quiera asesinarme.

–Todas tienen apodos.

–¿Cuántas son?

–Siete si me cuentas también.

–Bambi, Destiny, Red, ¿quién más?

No responde.

Sé que no quiere decírmelo, pero de todas formas ya las conozco y no por sus apodos, sino por sus nombres reales. No tiene mucho sentido ocultarlos, pero ella claramente no sabe ese detalle.

–En algún momento tendrás que decirme a quiénes quieres proteger.

–VIP, Hot Cherry, Sugar y Peige –confiesa de mala gana.

–Pero Peige no es su apodo, es su nombre –digo sin pensarlo luego de analizar sus palabras.

Voltea su cabeza, con sus ojos achinados.

–Mierda –maldigo para mis adentros.

–¿Cómo sabes que Peige es su nombre y no su apodo?

–¿Porque conozco a otras personas que se llaman Peige?

Intento disimular mi error catastrófico, pero todos sabemos lo malo que soy mintiendo.

–Sabes los nombres de todas ¿verdad?

–Sí, lo lamento –confieso dándome por vencido.

–Era de esperarse.

–¿Tú los sabes? Podría decírtelos.

El ruido de Ryan acercándose en su auto interrumpe nuestra conversación.

–Al fin–. Arroja su cigarrillo al suelo y lo apaga con su bota. –Los espero dentro –agrega antes de voltear y marcharse.

–Está bien.

–Y por si te interesa, los apodos están por algo–. Se dirige a mí con un tono repugnante y frío.

En verdad este asunto le afecta hasta transformarla.

–¡Viejo! –saluda Ryan cuando se acerca a mí.

–¿Querías demorar más?

–¿Qué? Llegué en diez minutos –mira su reloj–. Para ser más exactos en ocho minutos.

Blanqueo mis ojos.

–Vamos adentro. Red tiene que hablar con nosotros.

–Mientras un arma no esté involucrada en nuestra charla todo bien.

–Procura no enfadarla porque ahora sí que te arrepentirás.

–Me asusta un poco –confiesa, y entramos juntos.

–Escuchen –se dirige a nosotros sin darnos tiempo de tomar asiento–. No tengo tiempo para charlas. Haremos así; les diré lo que tengo para ofrecerles, mi plan y mis condiciones, pueden tomarlo o no, pero deben decidirlo ahora mismo.

–Somos todo oídos–. Toma asiento en el sofá y se dispone a escucharla.

–Bien, esto es así; recuperaremos a Bambi con eso de allá –señala los bolsos robados.

–¿Qué? ¡No! ¿Por qué? ¿Recuperar a quién? –interrumpe al instante.

–¿Puedes callarte? Déjame que les explique todo y luego preguntan.

–Claro–. Arrepentido de intervenir vuelve

–Max tomó a Bambi, una de mis amigas. Eso ya se esperaba. Es más, para eso fue que tomé la droga, no porque supiera lo que realmente es. Por lo tanto, se usará para el objetivo que se le dio desde un comienzo. Ahora la pregunta es, ¿cómo seguiremos a partir de ahí? –gira en círculos ansiosa–. Max tomó a Bambi para tenerme a mí, pero yo tengo algo de su interés. Se lo daré y negociaré con él, o mejor dicho lo desafiaré a que me encuentre sin meter a nadie más en el medio. ¿Hasta ahí claro?

Nuestras miradas expresan lo que está pasando sin necesidad de palabras, aún no entendemos su punto.

–Ryan, dijiste esta tarde que querías a Max. Bueno, llevaremos a que Max me encuentre, ahí es dónde lo tomaremos primero. Tendremos a Max y eso nos llevará a Kerem. El plan es simple siempre y cuando esté en el medio de la ecuación.

–Tener a Max no nos guiará a Kerem –interrumpo–. Te aseguro que el hombre lo que menos hace es preocuparse por su hijo.

–Pero lo hará si tiene algo que es de su interés–. Levanta su ceja y me observa, esperando la conexión. Sólo un segundo me lleva para entenderla, pero de todas formas se explica mejor levantando sus brazos y señalando su cuerpo.

Todo lo que dice tiene sentido, demasiado sentido.

–¿Terminaste? –pregunta Ryan.

–Terminé.

–No vas a llevarte nada –ordena decidido– No podemos sólo entregárselo de nuevo.

–Si temprano me hubieras escuchado esto habría sido diferente. ¿Por qué crees que pregunté si había alguna forma de disminuir su efecto o anularlo?

Su cara de retrasado entiende lo que dice y yo lucho por no reírme.

–Lastima, para eso ya es demasiado tarde. Vamos otra vez... No estoy preguntándoles si entregaremos la pasta, porque lo haré de todas formas, la diferencia será si me apoyarán en mi plan o no. Porque puedo ir sola a recuperar a Bambi y desaparecer en el intento, o puedo ir con ustedes cubriendo mi espalda.

–¿Cuáles son tus condiciones? –pregunta inteligentemente– Este fue el plan nada más.

–Sólo es una. Deben protegerlas, 24/7 , a cada momento, en cualquier lugar. Quiero que estén seguras, y si fallan en esa misión entonces olvídense de mí.

El móvil de Red empieza a sonar acortando el tiempo de charla. Ella lo saca de su bolsillo y nos lo muestra:

Bambi dice en tamaño enorme en medio de la pantalla.

–Y deberían decidirlo ahora –dice, mientras desliza su dedo por la pantalla para contestar.

Mardi Grass || TERMINADA || +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora