One Shots | Marvel

Steve Rogers (26-C25)

Falsas promesas (continuación)

Maia daba vueltas por la habitación de Wanda con el corazón latiéndole frenéticamente. Tenía la garganta seca, las manos sudorosas y las piernas a punto de fallar. Tenía miedo, mucho miedo. Tanto que cualquier destello de tristeza que había escondido con tanto ahínco las últimas semanas se había esfumado y aquel espacio lo había ocupado una profunda desesperanza.

No imaginaba todo lo que estaba pasando por la mente de su mejor amiga.

No imaginaba la pesadilla que tenía que haber sido ese accidente en Lagos solo para luego volver y ser llamados a una reunión de urgencia, una a la que obviamente ella no podía asistir. Y si hubiese podido tampoco habría ido, pues ignorar y evitar a Steve se había vuelto un instinto natural. Aquella reunión no podía tener un tema diferente al del accidente y conociendo a las personas del gobierno harían sentir culpable a Wanda de algo que ella no había querido causar.

-Maia- la puerta se abrió sacando a la castaña de sus pensamientos. Los ojos de la sokoviana estaban hinchados, tenía ojeras y destellos de lágrimas secas sobre las mejillas. La castaña no lo dudó un segundo y se lanzó a abrazar a la pelirroja que soltó un suave sollozo imposible de contener.

-No fue tu culpa Wanda, no me interesa lo que todos digan, no me importa lo que haya pasado, no fue tu culpa- aseguró Maia acariciando el cabello de la pelirroja.

-Todos tienen una opinión diferente, prende la televisión y verás que fueron muy específicos.

-Todos son unos idiotas. Apuesto que nadie habla de que salvaste al mercado y al imbécil de Rogers de la bomba, que nada fue a propósito, que fue un accidente.

-Él imbécil está aquí así que tal vez podamos abstenernos a ese tipo de comentarios- Wanda separó el abrazo cuando sintió los brazos de Maia caer hacia los costados y maldecir a lo bajo.

La sokoviana sabía que la situación seguía estando muy tensa, incluso cuando a ella le habían asignado un par de misiones con Steve había intentando mantener el contacto en lo mínimo; Maia lo había mantenido en lo nulo. Por ello no podía imaginar el por que de la presencia del Capitán en su habitación, el hombre podía actuar como un idiota, pero en el fondo ambas chicas sabían que él no lo era, que había entendido y notado cada gesto y rechazo y había preferido darles su espacio.

Al menos hasta ahora.

-¿Qué haces tú aquí?- preguntó Maia con un profundo desagrado notorio en su voz.

-Salvándolas antes de que sea muy tarde- las amigas cruzaron una mirada con ligera confusión y el capitán procedió a explicar- supongo que no te ha dado tiempo de explicar lo de la reunión...

-Está claro que no porque interrumpiste casi de inmediato- soltó Wanda con obviedad.

-Crearon unos acuerdos. Los acuerdos de Sokovia- Maia asintió intentando mantenerle la mirada a Steve. Apretó los puños, cruzó los brazos y se mordió la lengua para apaciguar las ganas de gritarle que nada de aquello le importaba en lo más mínimo, que Wanda podía contárselo y que el podía largarse si así lo quería, pero lo se "Salvándolas" le hacía eco en los oídos- básicamente el gobierno quiere controlarnos, la mitad de nosotros está de acuerdo, la otra mitad no lo está y estoy segura de ambas están en la segunda mitad.

-No veo la necesidad de control ni la culpabilidad de mi sokoviana en todo esto, así que si, no estoy de acuerdo- dijo Maia sujetando el hombro de la pelirroja que le dedicó una pequeña sonrisa a su amiga antes de asentir.

-Yo tampoco estoy de acuerdo.

-Tony lo está y hará todo por convencernos, te encerrará a ti mientras se calmen las aguas y a ti intentará convencerte de que hagas entrar "en razón" a Wanda- dijo primero en dirección a la sokoviana y luego en dirección a la neoyorquina quienes a pesar de su neutra expresión reconocían que el rubio tenía razón- así que antes de todo esto debemos irnos y aunque se que no estoy en la mejor posición par a pedirlo, necesito toda la ayuda posible.