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Prusia. El gran estado que llamó la atención de los reinos e imperios por toda Europa. Un reino, una potencia, un rival, un aliado, lo era todo. Con el poder de la guerra en sus venas, de alta inteligencia, un estratega sensacional, cauteloso pero directo... 

Sus alas eran enormes y de un color negro como la oscura noche; solamente sus enemigos dignos lograban ver aquellas gigantes alas completamente extendidas... signos de terror y celos les sumergía. Su ascendencia noble era tan notoria y sobresaliente, hijo mismo del Sacro Imperio Germánico, poseyendo tan altas expectativas que llegarían al mismo cielo, y cumplió con ellas. Siendo alguien respetado, nadie querría estar en su contra, ¿cierto?

Desde niñez, tuvo una rivalidad intensa con el Imperio Austríaco, la competencia entre ellos era bastante fuerte. En sus conversaciones privadas, cuando se hacía mención de este Imperio, Prusia simplemente decía:

—Oh, der dumme Österreicher!

"El tonto Austriaco".  Esas palabras terminaron siendo transportadas por el viento hasta los oídos del mismo Imperio Austríaco. Este ofendido en su momento, comenzó a referirse a su enemigo como:

—Dieser verdammte Preußier...

"Ese maldito prusiano". Por supuesto que no siempre tuvieron odio el uno contra el otro. Existieron momentos, bastante limitados, en los que ambos tuvieron que unir fuerzas, pero ninguno pretendía mantener aquella paz, pues las rivalidades y los celos florecían de nuevo. 

También tuvo otros enemigos, por ejemplo, una de sus rivales fue la difunta República de las Dos Naciones, aquella polaca le dio una gran oportunidad de sobresalir más. Prusia en parte le agradecía, si no fuese por ella, él no hubiese crecido más.

O su otra enemiga, el Imperio Francés, hija de la difunta e inútil Reino de Francia. Su propia hija acabó con aquella mujer incompetente, pero la descendiente no era mejor. Para Prusia, los ideales del Imperio Francés eran ridículos, simplemente locuras... pero no debía negar su poder militar. Ella obtenía lo que quería, su terquedad le costó, pues ofendió al mismo viejo Imperio Ruso en su propio campo de juegos del crudo invierno. 

Prusia vio su oportunidad y ahuyentó al Imperio Francés de sus tierras. Su poder creció más... no era tan codicioso como los otros, mas bien, lo veía todo como un campo de guerra en maqueta, mientras mejor posición y estrategias tengas, habrá un excelente resultado. Mientras todos pensaban en la situación presente, o mientras otros  resentían  sus pérdidas, Prusia se adelantaba a pensar dos escalones adelante, así fue como logró mantenerse estable, y no cedería de aquella posición.



Habían momentos en  los que se ponían las guerras y tensiones a lado, todo para realizar banquetes y fiestas. Como una cena antes de partirse en pedazos la mañana siguiente y hacer como si la deliciosa comida nunca hubiese sido consumida. Así era siempre. 

La invitación pronto le llegó a Prusia, quien la recibió por uno de sus asistentes al regresar de su relajante montura a caballo por su hermoso bosque. 

—Señor, le ha llegado esta carta. Es una cordial invitación a un banquete que tomará lugar en una semana, firmado por el Reino de Italia, señor.

Prusia se bajó de su fuerte y hermoso corcel negro. Se quitó sus guantes blancos y mientras sus otros sirvientes le removían su capa larga, Prusia tomó la invitación. La leyó atentamente y no pudo evitar estirar las comisuras de sus labios al decir después de un suspiro:

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora