ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔏𝔛𝔛𝔛𝔙

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔏𝔛𝔛𝔛𝔙: 𝔐𝔬𝔩𝔬𝔱𝔬𝔴-ℜ𝔦𝔟𝔟𝔢𝔫𝔱𝔯𝔬𝔭-𝔓𝔞𝔨𝔱

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El viento frío por poco y volaba su gorra militar, su respiración acelerada silbaba agudamente con cada inhalación y exhalación. Dio pasos atrás con temor, luchando en ir en reversa por la nieve que se entrometía en su camino, como si emergieran manos del suelo para intentar agarrar sus piernas. La cefalea se había transformado en otra sensación diferente, en una tensión padeciendo de las consecuencias inmediatas tras actuar tan ciegamente. Sus manos formaron puños con los restos de la nieve, y tras toser para revivir su cuerpo, sus ojos abiertos como platos finalmente parpadearon. Tragó nervioso y escapó de la escena, corriendo de regreso al Berghof. 

Se tambaleaba desorientado por los corredores, ignorando a todos los servidores que presenciaban a su Führer. Se encerró en el estudio y jaló las cortinas para revelar un extenso mapa de conexiones escondido. 

—¿Pero qué he hecho...?

Susurró con una voz temblorosa. Sus manos se aferraron a jalar sus cabellos sin saber lo que debía hacer, repitiéndose a sí mismo con el silbido en sus pulmones y el corazón retumbando hasta en sus oídos:

—¡¿Pero qué hice?!




Tras la ocupación de Checoslovaquia, al poco tiempo llegó el resultado de lo que Reich y sus consejeros realmente habían planeado. El Führer hizo un llamado a reunión e inesperadamente, sin previo aviso, decidió ascender a Eslovaquia a República  con Bratislava con el estatus de capital, contando con la aprobación de Hungría, el Reino de Italia y el Imperio del Japón desde una carta oficial para validar su decisión. Por consecuencia, Checoslovaquia terminó traicionada, habiendo ya entregado su autonomía completa. 

Eso no fue todo, pues Reich decidió reducirla de estatus y cambiarle el nombre, ahora era el Protectorado de Bohemia y Moravia; sobre estos territorios comenzaron a implementar las leyes que terminaron arrebatando la ciudadanía a los judíos, dando a los alemanes mejores condiciones e inclusive algunos ganaron la ciudadanía del Tercer Reich. 

Sorprendentemente, al publicar la nota de la nueva condición y rango que tenían estos dos, hubo territorios que aceptaron reconocer a la República Eslovaca, siendo la Unión Soviética, España, El Salvador y Suiza. 

Sin embargo, Reich tuvo que hacer algo más conociendo la "pequeña guerra" que tenían Hungría y Checoslovaquia. Para poder dejar ese tema, decidió entregarle un pedazo de tierra a su abuela, lo que tanto reclamaba que le quitaron desde los juicios. 

Después, hizo que España se uniera a firmar el Pacto Antikomintern. Eso generó desdén por parte del Reino Unido, quien aún tenía posesión de Gibraltar, decidiendo reforzar sus defensas también en Malta y Egipto. Francia por otro lado se vio sorprendida porque  a pesar de no querer intervenir o repeler a España, vio cómo se reforzaba la presencia militar en el Protectorado español de Marruecos. 


Sus movimientos diplomáticos no terminaron. Comenzó a aprovecharse de las oportunidades que ahora tenía gracias al control sobre el territorio checoslovaco. Aunque solo la visitó una vez y todo lo demás fue por medio de llamadas telefónicas, Reich llegó a un acuerdo comercial con Rumania gracias a la apertura de Bucarest para negociar. El Führer consiguió que Rumania estuviera de acuerdo que mientras él fuera su mayor exportador de granos, ella le vendería petróleo; un negocio que no explotaba en su totalidad. Por ello, Reich le propuso enviar de sus mejores ingenieros para las nuevas refinerías. Ella se beneficiaría de un nuevo mercado, y él mejoraría su economía agraria. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora