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Entre deseos carnales, dos figuras en las profundidades de la noche se revolcaban apasionadamente entre las frías sábanas que pronto arderían en el calor corporal que compartían ambos monstruos. Un leve gimoteo escapó de los labios entreabiertos del menor cuando sintió sus labios bombear con ardor; cuando las yemas de sus dedos quisieron sentir el labio dolorido, sintió el calor del aliento contrario chocar contra su quijada y descender hasta su cuello, siguiendo el rastro de su fuerte pulso. 

—Perdón... 

Murmuró el mayor, con su mechón dorado generando cosquillas contra la piel del inferior al momento de repartir besos y succiones por el cuello. Al mismo tiempo, un par de manos recorrieron su torso hasta reposar en su cintura, intentando sentir más allá de la ropa que cubría el cuerpo que ansiaba desnudar. Al humedecer y constantemente chupar suavemente un área sensible en su cuello, el castaño claro se retorció levemente bajo el calor del mayor, instintivamente usando sus manos para intentar apartar al soviético, sin embargo, una de las manos del mayor se alejó de la cintura y entrelazó sus dedos con los de Reich, atrapando esa mano sobre su cabeza. 

—Sov... Espera... 

Susurró el nazi haciendo el intento para razonar algo con el soviético, o tal vez para intentar recobrar los sentidos alocados, sedados por la excitación. 

—¿Cómo quieres que me espere si estás así? Hoy estás bastante... Sensible...

Los dedos de la Unión Soviética se deslizaron bajo el guante de cuero negro que cubría la mano del nazi que estaba sosteniendo entre sus dedos; como respuesta, desde la palma de su mano tembló, cada terminación nerviosa del menor estaba sensible, cada roce que le hiciera generaría una reacción nueva en el nazi. 

—Estamos solos... ¿No quisieras... aprovechar...?

Sugirió el de heterocromía, quien se acercó para seguir besando el cuello del menor, yendo directamente por su Manzana de Adán. Reich respiró con intensidad y su mano libre cubrió su boca mientras sus párpados se rendían, pero si cerraba los ojos, le daría apertura a hacer lo que quisiera. 

—Se te olvida que estamos a contrarreloj... 

Balbuceó Reich intentando resistir a lo que llevaba tiempo ansiando naturalmente, y su abdomen se hundió, soltando un suspiro tembloroso al sentir unos dedos cálidos escabullirse bajo su saco y en la apertura entre los botones de su camisa. Reich tenía una opinión complicada respecto a esa extraña tendencia que a veces se le escapaba a la Unión Soviética; en donde haría la iniciación bastante lenta, tentativa, como si se tratara de un juego para ir calentándolo hasta querer explotar por la desesperación de no recibir lo que necesitaba al instante... Definitivamente sería humillante si Sov le terminaba haciendo rogar por lo que ambos querían, y por ende, no lo haría. 

—Polonia no escapará, no tiene a dónde ir. 

Expresó el mayor con seguridad, acercando su rostro hacia el de Reich, ocasionando que él quitara la mano de su boca, recibiendo con labios abiertos un beso duradero. 

"Polonia... Polonia... Es cierto... Esa maldita rata anda suelta..."

La noción de la realidad se recobraba en los pensamientos del nazi entre lo hipnotizante del momento. Decir que llevaba días entrando y saliendo de la realidad era lo de menos. Pues lo que más le molestaba era que el soviético parecía hacerlo a propósito, como si quisiera distraerlo, hacer que se someta a una pasión innatural. Frunció el ceño y rompió con el beso al girar la cabeza al lado cuando se percató que el soviético había soltado su mano para usar ambas y revelar el abdomen.

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⏰ Última actualización: Nov 20 ⏰

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Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora