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La familia que en el pasado solía ser social y unida, ahora se encontraba seca, como una flor deshidratada. Cada miembro en la mesa estaba concentrado en su propio platillo, ansiando terminarlo para distraerse en otra cosa. 

Sentado en la cabecera, el Imperio Austro-Húngaro observaba a su familia, la cual gradualmente se fue distanciando a tal punto de hacer las cosas incómodas. 

Hacía algunas semanas que no coincidía con todos en la misma mesa. Siempre se saltaba las comidas, arruinaba sus horarios o comía en otros lados. 

—¿Serbia ya tuvo su merecido?

Le preguntó el Reino de Hungría rompiendo con el silencio bruscamente a pesar de que su voz sonase tan calma. Su hijo finalmente despegó la mirada cansada de su platillo y observó a sus familiares antes de centrarse en su progenitora, con quien había tenido varios deslices últimamente.

—Estoy trabajando en ello. Me encontré con él la otra vez en el campo de batalla... No la está pasando bien ahora que el Imperio Alemán está demorando el progreso del Imperio Ruso.  

Incrédula, la gobernante rió y negó con la cabeza. 

—¿Hemos caído tan bajo como para depender de ese Alemán?

La quijada del pelirrojo se tensó por unos segundos antes de tragar saliva e interrogarle seriamente:

—¿A qué se refiere con eso? Me sería de más agrado y comprensión si especifica el sentido de sus palabras, madre. 

Ella, igualmente frustrada, contestó dolida por tener que tratar a su hijo severamente:

—Quiero decir que a este grado parecemos un títere del Imperio Alemán. Las decisiones que tomamos en todo aspecto tienen que ver al final en lo que vaya de su lado... Antes, tu padre y yo solíamos dirigir un imperio importante y sobre todo, poderoso. 

—Ya vas a empezar. 

Se quejó Austria-Hungría rodando los ojos, dejando los cubiertos en la mesa para ponerse de pie y planear su retirada antes de perder la paciencia. 

—Y tú ya vas a reaccionar de manera tan exagerada, de nuevo. 

Añadió su madre irritada por su actitud. El emperador señaló con la mano sin apuntar el dedo hacia Hungría, pero su estado de ánimo parecía querer perforar el respeto que antes solía tenerle. 

—Yo reacciono como me plazca, y más le vale que abandone este hábito de criticar todo lo que hago. Ganaremos esta guerra cueste lo que cueste... Y no es mi culpa que me hayan heredado un imperio decaído. Seguimos al Imperio Alemán porque él es la potencia, si quieres buscarle beneficios, bien, él es quien nos puede sacar de este estancamiento creado en parte, por ti. Deberías agradecerme porque trabajo pensando en el futuro de mi hogar. 

—Si existe tanto declive económico, entonces vaya e implórele al Imperio Alemán para que nos dé fondos. 

Hungría veía la "amistad" entre ambos imperios como un aprovechamiento por parte del extranjero; ella creía que el hijo de Prusia había estado manipulando a su hijo para que fuese su fantoche. Aunque muy pocos conocían la verdad de esta relación. 

Austria interrumpió la discusión que poco a poco comenzaría a escalar y les avisó:

—Les debo recordar que en estos momentos tenemos visitas. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora