ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔛𝔏𝔙ℑℑ

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔛𝔏𝔙ℑℑ : 𝔎𝔞𝔫𝔫𝔦𝔟𝔞𝔩𝔢

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"Lieber 𝔈, 

Schatz, ¿de casualidad sabrá dónde dejé la nueva caja musical? Qué hermosa melodía toca esa maravilla. ¿Recuerda la letra? Yo siempre la tengo en mi cabeza de tanto escucharla, aunque no tengo quejas al respecto.

... 

Edelweiß, Edelweiß

Cada mañana me saludas

Pequeña y blanca

Clara y brillante

Te ves feliz de conocerme

Flor de nieve, que florezcas y crezcas

Florecer y crecer por siempre

...

He buscado por todos lados pero no encuentro esa hermosa caja musical. Qué fastidio. Sé que pasarle una carta cuando estamos en el mismo lugar es un tanto ridículo de mi parte. Pero sinceramente no deseo perturbar su trabajo, ya que ha estado encerrado en su estudio desde la mañana. Y como seguramente puede escuchar como todos los servidores aquí... este bebé no deja de llorar y esa melodía siempre lo calmaba, ¡¿ahora qué haré?! Dios sálveme. 

Der Leidende, 𝔅. "


El joven príncipe Alemania miraba hacia un punto fijo nuevamente, ya era costumbre pensar en muchas cosas y a la vez en nada. Con sus dedos delgados arrancaba migajas de su trozo de pan, acto seguido, se las daba a un perrito sentado pacientemente a su lado; los miembros del grupo lo habían adoptado después de encontrarlo en una de las varias batallas que ya experimentaron. 

—Pasaste por muchas cosas estando abandonado, ¿no es así?

Preguntó el castaño elevando las comisuras de sus tristes labios al momento de acariciar la cabeza del can. Cuando el joven volvió a ver hacia su plato de comida, se dio cuenta de que nuevamente se había acabado, todo por dárselo al pobre animal. Pero no le molestaba realmente, se conformaba con alimentarse de las patatas. 

—De todos modos no tengo hambre... 

Sus grandes ojos azules se volvieron vidriosos al volver a ver al animal que sacaba la lengua. Extrañaba a sus perros, extrañaba a Weimar. Escuchó que su hermano también se enlistó para protestar en contra del Imperio Alemán, pero nunca obtenía palabra de él más que cartas breves y viejas que tardaron mucho tiempo en llegar. 

"Ojalá Weimar esté bien. Dios, protéjanos..."

—¿Te imaginas que incluso el Señor nos abandone...?

Intentó bromear Alemania, pero al final no pudo reír e intentó tragarse el nudo doloroso de su garganta.De pronto, alguien se sentó a su lado con una caja pequeña. Alemania le miró con curiosidad y el recién llegado habló:

—Su Alteza, ¿cómo va su mano? 

El príncipe descendió la mirada hacia esta parte de su cuerpo y recordó lo que sucedió la noche anterior. Mientras cumplían una misión de robar documentos importantes de lo que parecían ser coordenadas, unos soldados rusos los descubrieron, incluso mataron a uno de los del grupo. Uno de esos rusos casi capturaba a Alemania. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora