ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔏𝔛𝔛𝔛ℑℑℑ

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔏𝔛𝔛𝔛ℑℑℑ: 𝔈𝔯𝔰𝔱𝔢𝔰 𝔖𝔶𝔪𝔭𝔱𝔬𝔪

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Una nube de humo flotó con patrones emitidos con la fuerza de los pulmones, en la sala cerrada, el humo cotidiano era absorbido por las paredes, la ropa y los muebles, sin embargo, nunca se corroen. El gramófono calmaba la estancia con su música tranquila acompañada de la estática en su sonido que le daba un toque especial, acompañando el acto imperfecto de fumar. El contenido del disco terminó con el paso fantasmal del tiempo, y la estática se apoderó del aparato con la compañía de las manecillas del reloj. Con un lento cerrar de ojos, aplastó el cigarro en el cenicero y su atención se desvió hacia el sonido de fuera.

Un auto negro se acercaba elegantemente a las puertas del Kremlin; el ronroneo suave del motor y el tintineo ocasional de la carrocería de acero contrastaban con el bullicio de la ciudad de Moscú con millones de habitantes. Aquella silueta del majestuoso vehículo lleno de clase se deslizaba suavemente por el pavimento frente al edificio hasta que el chofer frenó perfectamente frente a las puertas principales. El mortal de pulcro uniforme negro bajó del auto y con delicadeza abrió la puerta trasera, de donde emergió una dama vestida formalmente.

La extranjera caminó hasta los guardias rojos con el resonar de sus tacones bajos y sin reacción, uno de ellos entró para avisarle a su líder, quien ya conociendo de la llegada desde su ventana, permitió la entrada de la visitante.

—Hungría, ¿qué te trae de visita?

Saludó la Unión Soviética mientras guiaba a la europea hacia su oficina para poder estar a solas.

—Espero que no sea una molestia mi presencia tan prontamente avisada.

La invitó a sentarse frente a una chimenea sabiendo que el frío del año nuevo era intenso en su territorio, y mientras ella se ponía cómodamente en el sillón, el soviético sacó unos vasos de cristal junto a una botella reluciente y hermosamente elaborada.

—¿Gustas un poco de vodka? Ayuda con el frío.

Invitó con amabilidad mientras se servía un vaso lleno del líquido cristalino, sin embargo, la castaña estiró sus labios en una sonrisa de etiqueta y negó con la cabeza mientras calentaba sus manos sutilmente con la chimenea ardiente.

—No gracias, tú disfruta.

Sin más qué decir, el soviético se sentó en el otro sillón y tras un sorbo del delicioso vodka, observó detenidamente a Hungría sin hostilidad ni desconfianza.

—Parece que cada vez los inviernos se vuelven más crueles.

Comentó Hungría mientras acomodaba sobre su hombro su peinado medio suelto y sus ojos de pasto y ámbar exploraban la decoración de la oficina del territorio más grande en vida.

—Honestamente no lo he notado, pero considero que las hostilidades que se vuelven más frecuentes también matan las raíces y vuelven el invierno más hostil.

Comentó al terminarse un vaso entero de vodka tan rápido, inmediatamente llenando el vaso de nuevo. Hungría prestó suma atención al anfitrión; de vez en cuando se rumoreaba que el carácter de la Unión Soviética se amargaba prontamente... Tan grande era él como promesa y amenaza a los sistemas, pero ella lo veía tan solo en la cima... Era una lástima.

—Me preocupa que no han convocado una nueva junta en la Liga con todo lo que ha estado pasando...

Mencionó Hungría intentando sacar conversación. El soviético se rascó la sien y asintió con la cabeza.

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora