Lieber Edelweiß | Countryhumans

ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔏𝔙ℑℑℑ

𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔏𝔙ℑℑℑ : 𝔐𝔢𝔦𝔫 𝔏𝔦𝔢𝔟𝔢𝔯 𝔈𝔡𝔢𝔩𝔴𝔢𝔦𝔰𝔰

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Mil novecientos dieciocho, ya pasaron tres años y medio desde que comenzó la Gran Guerra, y finalmente, los Aliados veían una crisis incontrolable mientras se enfrentaban a las Potencias Centrales.

—Lo lamento, pero no puedo seguir participando en esta guerra.

Dijo Rusia, rodeado de aquel bando al que pertenecía su progenitor sustituido. El castaño miraba con recelo a esos territorios, todos eran igual de ambiciosos, se les podía oler, capitalistas e imperialistas asquerosos.

—Piénselo, el Imperio Alemán no respetará sea cual sea el acuerdo de cese al fuego. Debemos destruir a esos enemigos, por el bien mayor.

Francia intentaba convencer a ese joven; pero era muy extraño a decir verdad. De la nada llegaba ese muchacho completamente opuesto al Imperio Ruso, no tenían similitud alguna. Uno era sediento de sangre, caos y en general amante de la discordia pero con refinamiento bárbaro... Pero este, era calmo, calculador, frío, seco, muy negativo. Lo más destacable era la energía opuesta, un socialista había dominado ese nido de oro.

—Creo que debo reiterar mis palabras con aún más claridad. Net, ya he firmado un armisticio. Si participo en esto, romperé tratados y, esto sería quebrar con mis valores y directamente un crimen hacia mi gente. Nosotros ya no queremos estar envueltos en esta guerra imperialista, nuestro frente cobró millones de vidas, por nada.

Estados Unidos le dedicó una mueca, odiaba esos comportamientos falsos, si tenía miedo de perder, que lo dijera.

"Es un cobarde ese rojito".

—No entiendo por qué le siguen hablando a ese asesino, ¿se les olvida que ya llegué?

Rió el rubio. Era verdad, puede que el Imperio Ruso haya caído y el Frente Oriental se eliminó por completo porque Rumanía también fue forzada a firmar, pero la mano de obra y vastos recursos del americano por fin cubrirían esos parches para resistir un poco más de tiempo.

—Yes, el Kaiser mandará a más de medio millón de tropas para ser redistribuidas hacia occidente, pero se les olvida que quiere hacer esa ofensiva porque está desesperado. Pops, tu bloqueo naval ha servido para traerle serios problemas en casa, no importa qué, mantén esos barcos allí. Ya tengo todo listo para dar sorpresas, solo necesito un empujón diplomático más.

Estados Unidos calmó el estrés de los Aliados por el momento, miró de vuelta hacia Rusia y le comentó en un tono de voz bajo:

—Si ya no tienes nada más qué decir, puedes retirarte. Ya no necesitamos a los rusos aquí, menos a los socialistas.

—Tú y yo definitivamente nos llevaremos mal.

Contestó el eurasiático mientras se abotonaba las mangas y se retiraba sin dedicar respetos hacia nadie.

En los próximos días, Estados Unidos convocó una junta con ambos bandos y países neutrales. En comparación de tiempos atrás, nuevas caras llenaban los podios y otros volvían a los asientos separados. Existía odio profundo en contra de ciertos involucrados de manera mutua, tensando toda la atmósfera que hasta en ocasiones era complicado respirar.

—¿Y el Imperio Austro-Húngaro?

Cuestionó el americano, puesto que él era pieza importante en su discurso. Como reflejo, el Imperio Alemán se puso a la defensiva inmediatamente: