𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔏ℑℑ : 𝔚𝔦𝔫𝔱𝔢𝔯𝔟𝔞𝔩𝔩
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El invierno llegó antes de lo esperado. A pesar de los intentos de acelerar el paso en los meses pasados, todos quedaron atrapados bajo el manto helado. Caminar por las calles ya era complicado, la gente debía quitar la nieve aunado a que muchas casas y construcciones fueron dañadas por los ataques alemanes.
Viendo pasar a gente pidiendo dinero, uno no podía evitar detenerse y dejarles unas monedas que servirían de mucho aunque no lo pareciera. En cada esquina había gente vendiendo periódicos, dando anuncios, fanáticos religiosos con sus discursos respecto a la guerra, gente pidiendo ayuda, de todo. Era complicado ver eso, a pesar de batallar en empatizar por no ser un mortal como ellos.
Sacando una nota del bolsillo de su gran abrigo, leyó la hora y el lugar con la dirección. Miró a su alrededor para asegurarse de que estuviera bien, pues hacía demasiado tiempo que no rondaba por esos lugares. Sin esperar más, con los brazos ocupados cargando con una caja, empujó la puerta con el hombro.
La campanilla anunció su llegada y todos lo recibieron con miradas curiosas.
—Fuck! ¡Hace mucho frío! Por un momento pensé que me iba a convertir en un pedazo de hielo.
Se quejó el recién llegado soltando la caja en la mesa de hasta el fondo, donde estaba el resto. Se sacudió la nieve sin importar que le cayera a los demás algún poco.
—Ya te hice el favor que me pediste, pops.
Le recordó Estados Unidos al Reino Unido. Por instinto el monarca miró hacia la caja, pero prefirió mantener la calma y no precipitarse a ver los resultados, a pesar de que sus pies se encontraban ansiosos; ya no aguantaba la lucha y apenas comenzaba el frío.
—Por cierto, ¿por qué demonios nos reunimos aquí? Pensé que me invitarías a tu lindo Buckingham Palace.
Al británico era al único que le hablaba informal entre todos los presentes. No era que no lo respetara o que le guardara alguna especie de rencor, pero los años de conocerlo le hicieron tratarlo de esa manera, alivianando las situaciones. Estados Unidos era un hombre de negocios creciente, pero tampoco vivía bajo un protocolo como todos esos monarcas o republicanos europeos.
—Lamento el inconveniente, pero llego a sentir cierta paranoia en mi hogar. Hay servidores de origen alemán, no puedo arriesgarme. Les puedo asegurar que este lugar es seguro, esta es la taberna a la que siempre frecuentaba cuando era príncipe, y cuando quiero tomar un descanso del labor. Muchos secretos permanecieron aquí y nunca han salido.
Explicó el Reino Unido. Estados Unidos le palmeó el hombro, se veía exhausto y estresado, seguramente no había dormido en días.
—Bueno, una cerveza no me hará mal.
Bromeó el rubio mientras tomaba asiento.
—Ya, a lo que vino.
Regañó Francia abrazándose a sí misma, todos tenían frío a excepción del Imperio Ruso, quien aún parecía disfrutar del verano.
—Bien, bien. The old man me pidió que investigara acerca de algunas cosas... Puede o no que estuviera husmeando en modo incógnito por sus tierras para llegar a mis destinos pero valió la pena.
Estados Unidos recordó sus aventuras peculiares y sonrió; claro, fue muy peligroso estar en territorio de las Potencias Centrales, pero por suerte nadie sospechó de su presencia.
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Lieber Edelweiß | Countryhumans
Hayran KurguLa flor de Edelweiß vive escondida en los helados Alpes. Una bella flor blanca de apariencia frágil. Pero cuidado, porque ese espejismo oculta lo resistente que es, lo reservada que es... lo solitaria que es en la brillante nieve... como si no quisi...