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Unos sollozos se escondían en aquella recámara blanca, atascada de papel tapiz y llena de muebles lujosos. Unos rizos pelirrojos cubrían la cabeza escondida entre dos brazos sobre sus rodillas juntas. El agobio era demasiado para ese joven corazón. Solo podía llorar, esconderse tras las puertas que solo hacían ver perfección y belleza pura, como una linda flor. 

La puerta fue abierta lentamente, pero el niño continuó sumido en su lamento, pues los sirvientes entraban y salían en ocasiones para servirle cosas discretamente.

Pero las pisadas generaron eco y pararon frente a él. Aún hecho bola, miró los pies frente a él... ningún sirviente usaría zapatos como aquellos. Pero antes de mirar hacia arriba, aquella voz delató su identidad:

—¿Pero qué le sucede a mi pequeño terrón?

El Imperio Austríaco se hincó frente a su hijo, comenzando  a acariciar y acomodar los cabellos rizados de su hijo que antes fueron revueltos por el berrinche. 

—Papa... ya no quiero... soy una basura para esto.  

Reveló el Imperio Austro-Húngaro volviendo a cubrirse el rostro con sus manos al volver a expulsar lágrimas de sus bellos ojos. 

El rubio permaneció en silencio unos momentos hasta que terminó sentándose al lado de su hijo. 

—Mein lieber Sohn... te contaré algo que jamás escuchaste ni de mi, ni de nadie. Comprendo lo que sientes. Verás, espero que ella me perdone en el cielo pero... cuando yo era de tu edad, el Sacro Imperio Romano Germánico era bastante estricta. Fue muy ruda en la educación de su heredero principal, claro que fue igualmente con Suiza o Liechtenstein. Pero ser el heredero al trono es la tarea más complicada que puede tener alguien. Ni una guerra se compara con la carga de la corona. Yo también lloré como tú, me frustraba porque no era suficiente mi esfuerzo, porque no recibía la aprobación de mi madre, porque no sobresalía de entre mis hermanos como se esperaba de mí, porque no tuve la suficiente libertad de decidir lo que realmente quería en mi juventud. Y deseo que esto permanezca en tu memoria siempre, que quede plasmado por la eternidad... yo siempre estaré orgulloso de ti. No importa cuántas veces te caigas, jamás dejarás de ser mi hijo. Será complicado, por supuesto, pero solo son unos años hasta que puedas manejar el imperio a tu placer. Vale la pena, todo eso, es lohnt sich. 

Secó las lágrimas del pelirrojo con su propia mano y abrazó a su hijo mientras lo arrullaba para que se calmara. 

—Eres mi más preciado tesoro.



—Papá...

Susurró el Imperio Austro-Húngaro, como si el cuerpo sin vida reanimara para atender a su llamado. 



—No puedo creer que estemos haciendo esto. 

Negó la Confederación Alemana del Norte mirando hacia el paisaje que una vez llamó hogar hace un par de años. Debido a las recientes noticias del fallecimiento del Imperio Austríaco, Inglaterra canceló las clases para poder estar presentes en el velorio. 

El Imperio Alemán miraba a sus padres actuar de manera distinta. A pesar de que los tres vestían de negro y finalmente unidos en aquel carruaje, ninguno estaba en sintonía. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora